El día de ayer se dio a conocer que el ex gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, podría salir de la cárcel, toda vez que un juez declarara la invalidez de la prisión preventiva por el delito de enriquecimiento ilícito.
De todas formas, el priista seguirá tras las rejas, puesto que sobre él pesa otra acusación, operaciones con recursos de procedencia ilícita, de la cual dicen sus abogados que hay un amparo ganado.
Como dice el ciudadano de a pie, de esos delitos “no tengo ninguna prueba, pero tampoco ninguna duda”.
También se dice que en este país la cárcel es para los pobres, pues quienes tienen recursos, “haiga sido como haiga sido”, como señala con descaro el traidor de la democracia Felipe Calderón, pueden eludir la ley y seguir el proceso en su casa o, peor aún, ser absueltos de toda culpa.
Esperemos que no sea este un caso más de un político corrupto que burla a las autoridades, pues más de uno quiere que Eugenio siga donde está, o que incluso sea enviado a Estados Unidos, pues hay que recordar que tiene una solicitud de extradición a ese país.
Hernández tras ser electo en 2005 creó una gran ilusión entre la población, producto de la mercadotecnia y que aún no existían las redes sociales, como ahora; por lo mismo, cientos de personas eran vistas quitando la publicidad impresa en las calles para llevarla a su casa, como prueba de que se había votado por él, al depositarle su confianza.
Pero todo eso se desvaneció muy pronto, pues Hernández es protagonista de la peor época del Estado, tras suceder a (el también preso) Tomás Yarrington Ruvalcaba, y coronada por Cabeza de Vaca, a su vez prófugo de la Justicia mexicana y buscado también por la Interpol.
Estos redactores, como la gran mayoría de los ciudadanos, esperamos que triunfe la verdad y la justicia y tenemos confianza que así sea, pues más temprano que tarde todo lo oculto saldrá a la luz.