Para ambos Laredos deberá ser igual de preocupante la noticia externada recientemente por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, el de reducir históricamente el suministro de agua procedente de la cuenca del río Colorado, pues por su mala administración, aunado a la sequía y la contaminación, serán los factores determinantes para perder poco a poco el río Bravo, el agua que se va.
Por esto mismo, la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) a nivel local, debería informar si el fenómeno se presentará por igual en ambas ciudades fronterizas, como son Nuevo Laredo, y Laredo, Texas, al saberse que el propio caudal del río Bravo, aunque en otra vertiente, se origina del mismo modo de las montañas rocallosas de Colorado, las que según se sabe han presentado una sequía gradual en los últimos años.
Este fenómeno propiciado como era de esperarse por el cambio climático, está provocando que ya no fluya con igual proporción el agua por los ríos, en consecuencia, las presas recolectoras o lagos comienzan a tener disminuciones alarmantes en sus volúmenes de agua.
Cierto es que el problema de reducción del agua a partir del próximo enero del 2022 corresponde a la denominada cuenca baja que incluye a los estados norteamericanos de California, Nevada y Arizona, y por parte de México, Baja California y Sonora.
Sin embargo, para ambos Laredos no debería ser un tema de tranquilidad, al considerar que podría suceder el mismo fenómeno pues la sequía y el cambio climático son un problema que adolecemos todos por igual, al entender que la principal corriente del agua como se sabe viene de la misma dirección.
Pero este asunto de la reducción del agua por lo visto no es nuevo. Se sabe por estudios y análisis, así como determinando probabilidades y posibilidades de una gradual escasez del agua.
En consecuencia, se han generado acuerdos entre Estados Unidos y México como en el que actualmente y en esta cuenca están apoyando y basando su reducción denominada “Acta 323”, firmada en 2017.
Acta de más de 25 hojas que vendría a sustituir a la “319” signada por ambos países en 2012, la que claramente y dentro de sus objetivos destaca la necesidad de implementar medidas para evitar al máximo el bajo almacenamiento del agua.
Sobre lo mismo y según el boletín de prensa emitido por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) encabezado como: “Se aplicará el plan binacional de contingencia ante la escasez de agua en el río Colorado en el año 2021”, teniendo como fecha y última actualización al mes de octubre del año 2020, refirma esto, el que para un mejor entendimiento se transcribe parcialmente lo siguiente:
“La Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y los Estados Unidos (CILA) anuncia que los usuarios de agua tanto de México como de los Estados Unidos deberán llevar a cabo ahorros de volúmenes de agua específicos durante 2021 de conformidad con lo establecido en el plan binacional de contingencia ante la escasez de agua, y en el plan de contingencia contra la sequía de la cuenca baja en los Estados Unidos”.
“Las proyecciones de las elevaciones en las presas por parte del buró de reclamación de los Estados Unidos indican que estos planes, descritos en el acta 323, un acuerdo de la CILA de 2017, serán detonados en 2021, en respuesta a la peor sequía en 21 años de que se tenga registro”.
“México y los Estados Unidos adoptaron el plan binacional de contingencia ante la escasez de agua para reducir el riesgo de la interrupción temporal o prolongada en el abastecimiento de agua que tendría como resultado impactos adversos en la sociedad, en el medio ambiente y en la economía del sistema del río Colorado en ambos países”.
Todo esto por supuesto que es preocupante ante el silencio y escasa información que la propia Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) local guarda, o se reserva para mantener informado al menos a los ciudadanos de ambos lados de esta frontera sobre la crisis del agua.
Confirmar entonces, si estos efectos por los cambios climáticos principalmente y que están obligando en estos momentos al acuífero cuenca baja del rio Colorado entre ambos países, sería por igual un factor determinante para que ambos Laredos pierdan poco a poco el caudal del río Bravo.
Pues cierto ese que el acuífero cuenca baja del rio Bravo o río Grande entre México y Estados Unidos de Norteamérica y del que esta región fronteriza pertenece, podría de igual modo colapsar ante la escasez de agua, entonces el cuestionamiento para la CILA sería si existe un plan o programa parecido para paliar este probable y casi palpable fenómeno.
Pues no se sabe, o más bien no se ha informado con gran fuerza a la ciudadanía de Nuevo Laredo si dentro de unos meses o en los próximos años, el agua esté faltando, en consecuencia, se genere una crisis de desabasto, de limitación o incluso de escasez total que conlleve días o quizás semanas para obtenerla.
No se ha escuchado de programas o planes urgentes implementados con anterioridad para no llegar a esto, cierto es que Nuevo Laredo no tiene industrias que consuman para su producción grandes volúmenes de agua, pero una realidad sí es que la población gradualmente ha crecido, sobre todo por la que viene de paso y se establece, lo que propicia ese incremento en el consumo y uso del vital líquido.
Quizás hoy sea el momento oportuno para obligar a las autoridades correspondientes el comenzar a implementar urgentes medidas para el cuidado y conservación del agua, al entender que Nuevo Laredo y Laredo, Texas, no cuentan con otros recursos hídricos para subsistir, en consecuencia, darle vida a estas dos grandes poblaciones.
No hacer oídos sordos al problema que probablemente se avecina, entonces sanear el río, vigilarlo para evitar su contaminación, crear una reserva para captar el agua potable para su reutilización y replicarlos a ciudades vecinas para que por igual los lleven a cabo, sería algo ya más que necesario para que permita a todos los residentes seguir viendo fluir esa vida, a través del río Bravo.