Ya mañana entran a clases los niños en Laredo, Texas y acá será dentro de dos semanas, por lo que ante el temor fundado y la amenaza latente de Covid-19, surge el dilema sobre si enviarlos o no a la escuela, si debe iniciar el ciclo lectivo con presencia en las aulas o si seguir a distancia por medio de video, televisión, internet, el teléfono celular, a través de las redes sociales, el wifi y todo eso del ciberespacio.
¿Enviar o no a los niños al centro educativo?
Abandono de estudios, violencia, delincuencia, malnutrición, obesidad, embarazo de adolescentes y el nulo aprendizaje o la escasa educación, es entre un cúmulo de razones, lo que se evitará o se combatirá regresando a los chicos a las aulas.
Nosotros creemos que realmente no debería ser ni dilema, ni polémica, ni nada, sobre todo si vemos que los niños no salen de la pizzería, del salón de fiestas y piñatas, del parque, o que seguido van con mami y papi a la tienda de conveniencia, al supermercado, a la “pulga” y ni se diga a la alberca y al cine.
No han faltado a las clases y a sus ligas o equipos de danza, gimnasia olímpica, taekwondo, karate, futbol soccer, beisbol, natación, piano, guitarra, canto y demás.
No se debe seguir fomentando una dizque enseñanza a distancia la cual a todas luces, y probado está, que deja mucho que desear, pues los padres de los niños de hoy, bien que saben que sus hijos están estancados -con honrosas excepciones-, con horror dan cuenta que sus vástagos no están aprendiendo gran cosa.
Si a nivel local, en clases presenciales en un aula con 50 y más alumnos, los maestros saben muy bien que no se está cumpliendo ni con la calidad de enseñanza, ni con el mínimo del aprendizaje que deben alcanzar los menores, mucho menos la instrucción que es remota, por computadora, en videoconferencia o como usted guste y mande, estimado lector.
Los chicos llevan dos ciclos lectivos afectados, el coronavirus se atravesó penetrantemente en dos cursos escolares y ahora iría por el tercero, una brecha que entre más elongada, más es el daño en la preparación básica, inicial y primordial de nuestros hijos.
¿Qué calidad de aprendizaje habrán tenido sus hijos o nietos en los últimos 18 meses, qué nivel de enseñanza habrán logrado hacer llegar los maestros con unos cuantos minutos al día o tareas encargadas allá cada cuándo? ¿Por día recibieron una hora o dos cada pequeño? ¿Para cuánto tiempo irrisorio e insuficiente de contacto entre maestros y alumnos, le gusta a usted que se esté dando en este año y medio que ya pasó, un “contacto” impersonal, frío a distancia?
Eso si no se cae el internet, si no falla la electricidad, además de que los muchachitos tienen que compartir la única computadora o un solo celular en casa, para recibir sus clases muy cortadas, para tratar de ponerse al día con sus maestros.
Si es que tienen señal en casa, si cuentan con el citado internet y el wifi.
Eso y muchos más inconvenientes que se tienen que sortear, para salvar y saldar sus respectivas clases, lecciones, explicaciones y tareas.
¿Qué nivel tienen hoy sus hijos, respecto a asimilación, ahora que fueron afectados en dos ciclos lectivos, por el Covid-19?
¿Como para seguir encerrados en casa y vivir un tercer grado escolar de oscurantismo?
¿Hasta qué nivel pueden alcanzar estos menores de 6 a 12 años de edad (ya ni hablemos de secundaria o preparatoria) con uno o dos padres que están ocupados casi todo el día en trabajar y que no pueden estar con ellos en esas clases a distancia?
Y perdón por lo siguiente, pero; con dos padres sin mucha educación recibida, jóvenes papás con estudios truncos en nivel medio superior, ¿Cómo explicarles a sus hijos las clases a distancia? ¿Si mamá que viene cansadísima de trabajar, no se sabe los problemas “quebrados”, entonces, cómo ayudará al hijo?
¿Qué podemos esperar si papá no entiende de ciencias naturales, ni sabe dónde está Tamaulipas en el mapa, como le va a resolver sus dudas a la niña (y ya ni mencionemos toda la gama de materias)?
Par de años afectados y ya este mismo mes empieza el tercer ciclo perjudicado por el Covid-19.
En verdad que la tercera ola de la pandemia está arrolladoramente atroz, muy asesina, van 14 fallecidos de viernes a viernes en el Laredo del norte, acá no debemos andar muy alejados de esos estragos fatales.
Y dolió mucho la pérdida esta semana en el hospital General de una joven mujer embarazada y también la de su bebito prematuro.
Laredo y Nuevo Laredo somos un mismo pueblo, aunque los gobiernos no lo quieran entender, vivimos los mismos problemas, tal y como los de salud, los contagios de enfermedades, acá se vuelven una infalible epidemia binacional ¡hasta la de los piojos!
Ahora esta pandemia está cobrando muchas vidas, igual allá que acá, los mismos réditos, iguales penas, similares sufrimientos.
Pero realmente no estamos como para que los niños, adolescentes, ni siquiera los universitarios, dejen de ira la escuela, porque alumnos, padres de familia, maestros, autoridades y todos, sabemos muy bien las medidas, las prevenciones y todo lo que debemos observar y seguir, para estar salvos, para evitar contagios.
En las escuelas es más fácil aislar del peligro a los niños, que en el parque, en la alberca, en la supertienda, en la piñata, en el cine, en la “pulga”, en la “cascarita” del baldío de la colonia o jugando con los amiguitos en el barrio, mientras papá y mamá trabajan.
Y en un sinfín de sitios y eventos a los que los pequeños en estos 18 meses, no han dejado de estar y de acudir, siempre expuestos al contagio y a dar positivo al coronavirus.
Así que no queramos hacer un problema donde no lo hay, en la escuela, los pueden aislar más que en esas horas que están solos en casa sin supervisión adulta.
Y de la enseñanza, ni hablemos, el padre por más responsable, la madre más dedicada, no les enseñará ni les explicará mejor que el maestro en el aula.
Un ejemplo, hoy su hijo de 8 años de edad perdió el final del grado inicial de primaria, todo el segundo, por completo, no tuvo maestro y ahora ya va a empezar su tercer año sabiendo menos que un niño de primero de aquellas generaciones de los años 60 y 70, se los aseguramos.
Imagine, solo sabe lo que usted le ha enseñado, o lo que la profesora le ha podido hacer llegar en unos instantes, en unos minutos al día o vaya a saber cuando.
¿A un niño sin internet, sin wifi, sin teléfono celular y sin computadora, que puede aprender a solas?
No, pues qué padre, ya nos podemos imaginar la clase de generaciones de educandos que tendremos, algo peorcito a la de esos padres que a duras penas terminaron la secundaria y desde entonces ningún contacto con un libro de texto, como para enseñar conocimientos a sus hijos.
Ustedes dicen, estimados lectores, ¿por qué crear un dilema donde no lo hay?, ustedes no han dejado de traer a sus niños del tingo al tango, ni tampoco -aunque en menor grado-, los abuelitos a los que se los han encargado sus hijos, los vemos juntos en todos los sitios ya señalados.
Feliz domingo.