Muchos recordarán que, en la esquina de Ocampo y Arteaga, se encontraba una pequeña pero populosa supertienda que ya apaga, su edificio era completamente de ladrillo, tenía una puerta de madera amplia, pero sin brillo, para llegar ahí no existía algún requisito, pues ahí se decía ¡Para cabrito, don Benito!
Nuevo Laredo sí que está lleno de historias, pero también de personajes que de muchos ciudadanos aún invaden sus memorias, por eso el recordarlos justo en este mes de aniversario, brindarles por lo mismo un recuerdo cual si fuera un emisario.
Cierto es que por esas épocas de antaño no existían tantos lugares para adquirir el mandado, acudir al Centro de la ciudad las madres de familia sí que era un asunto obligado, entonces la costumbre era ir bien tempranito para aprovechar el fresco de la mañana, acompañada de los niños y las niñas sin preocupación pues el camión te dejaba cerca en la misma manzana.
Apenas y si ponías un pie dentro de la pequeña Supertienda García, la mirada de don Benito te agradecía con mucha alegría, un gesto amable asintiendo la cabeza de arriba hacia abajo y presente, de don Benito era esa expresión más que suficiente para hacer sentir a gusto al cliente.
Joven, ¡oiga, ahí ya no hay nada de construcción!, qué está viendo hacia allá con tanta ilusión, ¡ah!, de seguro está recordando la tienda de don Benito García, sí, fíjese que yo muchas veces a comprar el mandado con mi jefa acudía.
Vendían leche fresca recién ordeñada, pan de dulce bien rico recién horneado, casi todo se vendía a granel, el frijol, el arroz, ¡en frascos la miel!, qué rico es acordarme de aquel tiempo, cuando todo lo que uno comía era preparado al momento.
Esa creo era la costumbre de don Benito García, le ponía muchas ganas por eso todo lo podía, ¡sabe! Tenía toda la finta de rancho de hombres bien hechos, por lo mismo le gustaba que sus clientes estuvieran con sus productos totalmente satisfechos.
Sí, por supuesto que estaba imaginando de don Benito García su tienda, de sus productos sus aromas ojalá no me juzgue y me entienda, ¡ve! Y aunque el sol ya comienza a calentar y calentar, no paro en esta esquina de recordar y recordar.
¡Hombre! Ya me hizo transportarme mentalmente a aquellos viejos tiempos de este mi Nuevo Laredo, qué orgullo que estemos parados justo en esta esquina de tanto recuerdo.
No es por demás mencionarlo, así juntos el recordarlo, que don Benito García era un gran ganadero, era alto, blanco, creo de ojo borrado siempre portando su sombrero ranchero.
Junio es el mes de aniversario de Nuevo Laredo; sin embargo, justo ese el recordar a esos grandes hombres y mujeres que lograron con su esfuerzo y cariño día a día el moldearlo, y aunque las tristezas hayan invadido en tiempos pasados, no está de más el seguir invocando con un buen recuerdo el legado de Nuevo Laredo.