Hace unos pocos días, en un artículo publicado en El Mañana, se difundió este hecho ocurrido en Nueva York.
Evelyn Sakash era diseñadora de producción. Por su trabajo fue premiada por el Daytime Emmy en el 2003. Esos momentos de éxito fueron opacados por un trastorno mental conocido como “Síndrome de Diógenes”, que se caracteriza por la acumulación de basura de manera obsesiva. Desde octubre del año pasado dejó de ser vista y fue reportada como desaparecida. Su hermana comenzó las investigaciones. Tristemente, el pasado día 30 de marzo, ella fue finalmente encontrada en su casa, debajo de la basura que tenía acumulada.
Al conocer un hecho como este, uno no deja de preguntarse cómo es posible que una persona tan talentosa, acabara de una manera así.
Y es que nosotros, como ella, nos hemos dejado sepultar por otro tipo de basura: nuestro desaliento, nuestra pasividad y del aislamiento que nos aparta aun de los que viven junto a nosotros, que va extinguiendo lo menor de nosotros. Es la basura o el escombro que nos ha enterrado.
No podemos darnos el lujo de permitir que nos siga paralizando. En su mensaje de Pascua, el Papa nos ha hablado de que nos decidamos a dejar esos despojos y levantarnos:
“Siempre es posible volver a comenzar, porque siempre existe una vida nueva que Dios es capaz de reiniciar en nosotros más allá de todos nuestros fracasos. Incluso de los escombros de nuestro corazón -cada uno de nosotros los sabe, conoce las ruinas de su propio corazón-, incluso de los escombros de nuestro corazón Dios puede construir una obra de arte, aun de los restos arruinados de nuestra humanidad Dios prepara una nueva historia. Él nos precede siempre: en la cruz del sufrimiento, de la desolación y de la muerte, así como en la gloria de una vida que resurge, de una historia que cambia, de una esperanza que renace. Y en estos meses oscuros de pandemia oímos al Señor resucitado que nos invita a empezar de nuevo, a no perder nunca la esperanza.
“Jesús, el Resucitado, nos ama sin límites y visita todas las situaciones de nuestra vida. Él ha establecido su presencia en el corazón del mundo y nos invita también a nosotros a sobrepasar las barreras, a superar los prejuicios, a acercarnos a quienes están junto a nosotros cada día, para redescubrir la gracia de la cotidianidad. Reconozcámoslo presente en nuestras Galileas, en la vida de todos los días. Con Él, la vida cambiará. Porque más allá de toda derrota, maldad y violencia, más allá de todo sufrimiento y más allá de la muerte, el Resucitado vive y el Resucitado gobierna la historia.
“Hermana, hermano, si en esta noche tu corazón atraviesa una hora oscura, un día que aún no ha amanecido, una luz sepultada, un sueño destrozado, ve, abre tu corazón con asombro al anuncio de la Pascua: ‘¡No tengas miedo, resucitó! Te espera en Galilea’. Tus expectativas no quedarán sin cumplirse, tus lágrimas serán enjugadas, tus temores serán vencidos por la esperanza. Porque, sabes, el Señor te precede siempre, camina siempre delante de ti. Y, con Él, siempre la vida comienza de nuevo”.
Hasta aquí el mensaje del Papa. Somos talentosos si nos lo proponemos. A pesar de que muchos puedan elegir la basura y el escombro del engaño y la mediocridad, todavía es posible hacer la diferencia. Pero en ello como siempre, usted tiene la última palabra.
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