México es un país grande en todos los sentidos. Nuestra gente es conocida y reconocida a nivel mundial por su resiliencia, solidaridad y fortaleza demostrados en los momentos más complicados de su historia. Hemos sobrellevado pugnas internas que nos han unido en comunidad; hemos luchado contra los embates desde el exterior, lo que nos ha dignificado como país; y hemos sabido sacudirnos el lastre de los malos gobiernos, conquistando el derecho a una mejor vida en sociedad.
Mucha sangre lamentablemente se ha derramado en el camino, y nos hemos tenido que reinventar cada vez que tocamos fondo. Mujeres y hombres valientes han dado sus vidas en defensa de la patria siempre defendiendo los valores más sublimes, como nación, tierra y libertad. La democracia, aunque ha tardado y en múltiples ocasiones se ha visto traicionada, a base de mucho esfuerzo y sacrificio, el pueblo ha logrado conquistar, no sin antes estar conscientes que nos la quieren, de nuevo, arrebatar.
En estos momentos en que celebraremos un aniversario más del inicio de nuestra independencia es preciso analizar, como en todo gran acontecimiento nacional, de dónde venimos como sociedad, pero sobre todo, en dónde nos encontramos, y hacia dónde queremos ir como país. Si bien hace más de doscientos años la lucha contra el yugo y la explotación colonial fue lo que nos unió contra la corona, hoy lo que nos une es la lucha contra la corrupción, y más de treinta años de impunidad.
Como en aquel entonces cuando los héroes y próceres se organizaron y rebelaron contra el dominio español, hoy el pueblo de México se ha unido para rechazar de manera tajante ser presa de una clase política neoliberal que no sólo se rehúsan a dejar de robar, sino que añoran regresar. Acostumbrados, estos como aquellos, a exprimir al pueblo y a extraer las riquezas de la nación, como reacción que son, se tornan violentos, discriminan, y utilizan el miedo, y el odio como estrategia para la represión.
Aquella lucha independentista que iniciara con el Grito de Dolores y once años más tarde, con la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la capital, culminara su consumación, está llena de acontecimientos gloriosos, pero también de mucho sufrimiento, de lágrimas y de dolor. La lucha armada fue la única salida que en ese entonces pudimos encontrar, hoy sin disparar una sola bala supimos luchar, para conseguir nuestra emancipación de un modelo económico inmundo, y un poder completamente corruptor.
De ambas hazañas nos queda una gran lección, ningún pueblo valiente y digno merece ser vapuleado, robado y saqueado, como lo fue México en la colonia y en los más de treinta años recientes de políticas neoliberales nefastas de gobierno conservador. Nos toca ahora a nosotros la gran tarea de asegurarnos, como lo hicieron los padres de nuestra patria, que nuestro país, no sólo siga siendo soberano e independiente, sino que luchemos todos los días y sin descanso por un México libre de corrupción.
Adendum:
¡Que viva México! ¡Que viva México! ¡¡¡Que viva México!!!
Independencia, patria y libertad
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