Los neolaredenses no podían creer que el termómetro marcara 15 grados, cuando apenas hace unos días la temperatura superaba los 40.
Inmediatamente todos desempolvaron sus abrigos, las mujeres sacaron su calzado invernal peliagudo que por su similitud con el que utilizaba un conocido luchador mexicano, coloquialmente se les conoce como “las botas del Perro Aguayo” y sintieron de manera repentina unas ganas tremendas de acudir a la panadería más cercana para adquirir un digno acompañante para su café; nos referimos al pan, obviamente.
Claro, todo esto es sólo un breve receso del calor, pues no nos hemos librado aún de éste y ni se diga de las lluvias que también amenazan con regresar a la brevedad.
En menos de una semana, Nuevo Laredo vivió un ambiente de calor, lluvia y -casi- frío, sin duda propicio para las enfermedades respiratorias, por lo drástico de los cambios de temperatura en un marco de tiempo tan corto.
El sacerdote Jesús Alberto Tijerina Bernal de la parroquia San José Obrero definitivamente innovó, pues al estilo de los conciertos y otros eventos masivos en tiempos de pandemia, más allá de querer limitar a un 25 por ciento de la capacidad de su iglesia, optó por utilizar una medida alterna que no pusiera en riesgo a sus feligreses, pues realizó las misas en modo “Drive Thru”.
Todos llegaron en su auto, pero nadie se bajó, en su lugar, el sacerdote desde su escenario montado especialmente para la ocasión y con un equipo de sonido para que su voz se escuchara en todo el estacionamiento, procedió a oficiar su misa.
A la hora de la eucaristía, el sacerdote fue quien se acercó a la ventanilla de los autos para entregar la hostia a cada persona que lo requería, de esta manera, muy al estilo del 2020, celebró una misa sin precedentes para la historia del catolicismo en la ciudad, algo que pudiera ser replicado en otras parroquias, pues de una manera muy similar, en Estados Unidos y Europa, es como se han estado llevando a cabo conciertos y hasta proyecciones de cine.
Diez gobernadores se salieron de la Conago -incluido el de Tamaulipas- y a nadie le importó; la verdad es que para el ciudadano común es intrascendente, en el caso de García Cabeza de Vaca sus constantes viajes a reuniones con sus pares de otros estados no le han traído gestiones que se traduzcan en beneficios para los tamaulipecos, solamente gastos, pues al Gobernador le gusta ir a esos eventos en aeronaves privadas, claro con cargo al erario.
Con cada declaración que hacían algunos gobernadores, sobre todo los de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León cuando se juntaban, parecían estar más enfocados en quejarse o echar culpas al gobierno federal que a velar por los intereses y necesidades de sus representados, pues incluso si sus reclamos a la Federación fueran válidos -que difícilmente lo serían-, el tiempo que le han dedicado a la “grilla” ha sido mucho mayor que al verdadero trabajo que deberían estar haciendo, especialmente en tiempos de pandemia, que exige de los gobernantes una mejor administración y toma de decisiones centradas, previsorias y humanistas para tratar de preservar la vida.