Presumo de haber nacido con espíritu aventurero, nunca desperdicio ningún invite que me aproxime a una descarga de adrenalina, ya sea en el ámbito de la pesca o la caza, todo aquello que me permita encontrar y seguir sumando momentos gratos que me transporten a mi niñez, donde siempre estuve a un lado de mi padre, quien me invitó a su mundo, en el que cada semana yo era su invitado especial; en cada salida a pescar siempre me enseñó a disfrutar de cada aventura al máximo, en la actualidad mantengo ese deseo por aprovechar los sonidos tranquilizantes del campo, donde frente a un río o una presa me permitan practicar mi deporte favorito, caña en mano, se vuelve lo máximo para mi.
Una década atrás, después de un invite para disfrutar una carne asada en unas caballerizas, gracias a otro amigo, logré conocer al tremendo Ignacio Argomedo a quien, bajo muestras de cordialidad, me logró convencer, casi a empujones, para conocer la adrenalina de una forma que nunca había experimentado al montar su caballo. Para todo aquel que practica esta disciplina de la equinoterapia, explico recibes de una forma relajada y un tanto pasiva descargas muy moderadas de adrenalina, que mas que alterarte y hacerte sudar te permiten experimentar un grado pasivo de felicidad.
Gracias a ese detalle y acercamiento le gano el invite, por parte de este servidor, para vivir un día de pesca dentro de mi embarcación en compañía de su hijo Andrés; ya en mis terrenos logré convencerlos de vivir este deporte más extremo, el cual los tomó por sorpresa; los altos decibeles del ruido provocado por 90 caballos de fuerza, generado por el motor de dos tiempos, al “galopar” a toda potencia al ras del agua a 90 kilómetros por hora; todos despeinados experimentaron el choque del aire en sus rostros por mas de 15 minutos. Después de estacionarnos en el primer recodo para iniciar nuestros primeros lances de pesca
Como olvidar apenas paramos, antes de agarrar la caña, Nacho soltó un fuerte grito para liberar la euforia del trayecto, hasta entonces apareció su sonrisa frenada por la acumulación de adrenalina, manifestando su deseo por volver a romper las olas a todo galope.
Al termino de ese memorable día de pesca me fue fácil identificar al pescador de hueso colorado que porta en su interior; agradezco al destino el habernos cruzado en el camino.
Después de 10 años de amistad, hemos logrado armar un mil aventuras de pesca y caza, es por eso que asimilo, el destino no se equivoca al cruzar dos hiperactivos amantes de la adrenalina en el mismo camino; en lo particular ha logrado ocupar el espacio tan especial que me brindaba mi padre a la hora de pescar, no dejo de agradecer tan generosa amistad
ganando a mi favor un excelente compañero de pesca. En la fecha tan especial del 31 de julio se cumplió un año mas de vida de este personaje que tanto aprecio le tengo, por lo cual aprovecho para dedicarle en esta humilde columna las mejores de las FELICITACIONES y agradecerle por permitirme compartir momentos de calidad junto a este su humilde servidor.
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