TREN DE PASAJEROS

¡Ahí viene el tren de Nuevo Laredo!

‘La Marrana’, ‘El Regiomontano’ y ‘El Águila Azteca’ eran los que conectaban a Nuevo Laredo con el interior del país y hoy son recordados con nostalgia

Escrito en NUEVO LAREDO el

Muchos éramos ni ños o muy jóvenes cuando todavía había ferrocarriles para pasajeros. Nos tocó viajar a las grandes ciudades, pasando por decenas de pequeños pueblos intermedios.

Las estaciones de trenes eran en su mayoría, modernas, con grandes edificios construidos en piedra y cemento.

En estaciones grandes, había restaurantes, sala de espera, bolería y hasta barbería. En los pueblitos, las estaciones eran pequeñas, pero suficientes para congregar a decenas de personas que iban a ver el tren, o a vender comida típica.

Cuando no podían subir, las vendedoras ofrecían sus productos por las ventanas. Los pasajeros se estiraban para tomar lo que querían, y por unos centavos o pesos, disfrutaban de productos frescos.

“¡Ahí viene el tren de Nuevo Laredo!”, gritaban los vendedores listos para ofrecer las delicias recién preparadas. — “Cafééé con lecheee”... “Pan rico, pan calientitooo”. — “Champurradooo”... — “Hay tamaleees”. — “Lleve su cocada”.

De todo se vendía. En la época de los 80, se escuchaba a Michel Jackson, con su éxito “Thriller”, o a grupos mexicanos como Flans o Menudo -no, nada qué ver con la comida-, era un grupo de chavos que hicieron bailar a los jóvenes que ahora pasan del medio siglo. Para llegar a Nuevo Laredo desde la Ciudad de México, se podía viajar de lujo en un servicio de tren pullman, que incluía servicios casi de hotel. Los camarotes especiales podían incluir camas que se doblaban para convertirse en sofás durante el día. En camarotes grandes, las camas podían ser tipo litera, una arriba de la otra.

También podían incluir baños privados, incluyendo regadera por camarote. Había el servicio de boleto numerado, esto es para los que viajaban en área de primera, pero sin cama, sólo el asiento normal.

Y había el servicio de segunda, esto es, asientos libres, donde se acomodaban los pasajeros donde había lugar. Esta área era, por supuesto, la más pintoresca, pues la gente iba contando historias, haciendo chistes, comiendo, y hasta podían tomar cerveza, que vendían los empleados del ferrocarril. El viaje era muy lento. Por ejemplo, si se salía de Nuevo Laredo por la tardenoche, se pasaba por Ciudad Anáhuac, Bustamante o Lam