El Panteón Municipal Antiguo inaugurado en 1878, consta de seis tramos principales que reflejan la historia de la ciudad. El tramo más antiguo, declarado patrimonio histórico en 2011, alberga tumbas que cuentan la historia de los primeros habitantes de la ciudad.
A lo largo del primer tramo del panteón, se encuentran otros personajes ilustres que marcaron la vida política y social de la región. El panteón es testigo mudo de la evolución de la ciudad y del legado de sus fundadores.
La tumba más antigua de Nuevo Laredo
En este mismo lugar descansa Donaciano Echavarría Lozano, quien fue destacado como benefactor por la Unificación de Veteranos de la Revolución. Su tumba, junto con otras de veteranos fallecidos, fue registrada en 1958 y reconocida por altos mandos de las fuerzas armadas, consolidando su estatus en la historia revolucionaria de la región.
Aunque en el panteón no hay una tumba específica para el general Maclovio Herrera Cano, sus restos fueron exhumados y trasladados en 1935 en una ceremonia militar, dejando en la ciudad el recuerdo de su breve paso.
Sin embargo, la tumba más antigua en Nuevo Laredo, localizada en el Panteón Municipal Antiguo, guarda los restos de la señora Tiburcia González de Ramos y su esposo, Juan Ramos.
En la sepultura de Tiburcia, cuyo epitafio reza:
Q.E.P.D. Tiburcia González de Ramos. Murió el 1 de febrero de 1880 a los 60 años de edad
Juan Ramos, su esposo, fue uno de los fundadores de Nuevo Laredo, lo que resalta la importancia de su tumba en el contexto histórico de la ciudad.
El Panteón Municipal Antiguo, más allá de ser solo un cementerio, es un monumento que mantiene viva la memoria de los fundadores y personajes clave de Nuevo Laredo, y cada tumba es un testimonio del legado dejado por estos pioneros.