Es muy común que tanto trabajadores como pacientes de los hospitales narren sucesos inexplicables que les tocó vivir en sus pasillos o habitaciones, sobre todo en horas de la madrugada.
A continuación hablaremos sobre el cuarto en el que pocos quieren quedarse en el Hospital de Especialidades de Nuevo Laredo, ubicado sobre la avenida Obregón, colonia Jardín.
La referida habitación se localiza en el tercer piso del nosocomio, justo frente a la llamada central de enfermería.
Enfermeras a quienes les toca cubrir el turno de noche comentan que aunque no haya nadie en el cuarto, se oyen sonidos como de al menos dos bebés, balbuceando.
Lo mismo ha ocurrido con pacientes y sus familiares, a quienes les toca pasar la noche allí, pues a la mañana siguiente piden que los cambien de cuarto, toda vez que los extraños sonidos (y el temor a lo desconocido, al no saber de dónde provienen) no los dejaron conciliar el sueño.
Un testigo de esos acontecimientos inexplicables, quien prefiere mantenerse en el anonimato, relata que durante los años que trabajó en el citado nosocomio, en algunas ocasiones le tocaba montar guardia, por lo que hizo amistad con algunas enfermeras del mismo turno.
Las profesionales de la salud, entre pláticas y cafés, le comentaron a su entonces compañero sobre los supuestos sucesos paranormales que se registraban en el nosocomio y se ofrecieron a comprobárselos, ¿de qué manera? Muy simple: poniendo un intercomunicador en la referida habitación, vacía, y cerrándola con llave.
Al volver a la central de enfermería, justo frente a ese cuarto, el trabajador del hospital y las enfermeras podían ver que nadie entró al cuarto, pero aun así, después de unos minutos, se comenzaron a escuchar en el aparato de comunicación los leves sonidos como de dos o más pequeños balbuceando, los cuales fueron aumentando de volumen, conforme pasó el tiempo, hasta que de repente cesaron de la nada, así como surgieron.
Las empleadas del nosocomio lo tomaron casi como algo normal, acostumbradas a la situación, pero a su entonces colega, quien confiesa que nunca en sus poco más de 40 años de vida ha visto un fantasma, no pudo dejar de ponérsele la piel de gallina, por lo que hoy día, a más de una década de sucedido el curioso incidente, sigue recordándolo.
Así como esta, hay decenas de historias inexplicables en hospitales tanto de Nuevo Laredo como de todo el país, que van desde apariciones de enfermeras, hasta gritos de lamento que salen de la nada, de las cuales hablaremos en otras notas.