En abril de 2014 un hombre que escapó de prisión en Nuevo Laredo, México mientras cumplía una sentencia de asesinato, fue ejecutado en Texas por golpear hasta matar a un exprofesor de historia de la Universidad de Baylor y atacar a su esposa el 14 de octubre de 1997.
A la edad de 44 años, el neolaredense Ramiro Hernández-Llanas, recibió una inyección letal en la cámara de ejecución de Texas en Huntsville.
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El último neolaredense ejecutado con inyección letal
Hernández mató a Glen Lich, de 49 años, 10 días después de que el hombre a quien asesinó le dio trabajo para ayudarlo en su rancho cerca de Kerrville, a unas 65 millas al noroeste de San Antonio, a cambio de alojamiento y vivienda.
Los investigadores que siguieron el caso dijeron que el mexicano llevó a Lich en su casa diciéndole que había un problema con un generador y luego lo golpeó repetidamente con una barra de acero.
Momentos después, armado con un cuchillo, atacó a la esposa de Lich. Ella sobrevivió y posteriormente fue uno de los testigos contra Hernández-Llanas.
La evidencia mostró que Hernández-Llanas estaba en Texas después de escapar de una prisión mexicana, donde cumplía una sentencia de 25 años por un asesinato a golpes en 1989 en Nuevo Laredo. Lo vincularon con la violación de una niña de 15 años y un apuñalamiento en Kerrville.
Sus últimos momentos de vida
Mientras esperaba el juicio, la evidencia mostró que cortó la cara de otro recluso con una hoja de afeitar. En prisión, lo encontraron con armas "hechizas".
Atado a una camilla dentro de la cámara de la muerte, Hernández-Llanas pidió perdón. También dijo estar en paz y agradecido por poder ver a sus familiares, y los exhortó a no estar tristes.
Estoy feliz... lo siento por lo que he hecho. Estoy mirando al ángel de Dios
Levantó la cabeza de la camilla tres veces y lanzó tres fuertes besos a un hermano, una hermana y dos amigos que miraban a través de una ventana. También agradeció a los funcionarios de prisiones y al alcaide.
Lo digo con mucho amor y felicidad: no tengo dolor ni culpa. Todo lo que tengo es amor
Cuando la droga letal hizo efecto, roncó ruidosamente dos veces y luego pareció dormirse. En cuestión de segundos, todo movimiento se detuvo. Fue declarado muerto 11 minutos después, a las 6:28 p.m.
Hernández-Llanas fue el segundo recluso de Texas en recibir una inyección letal de un nuevo suministro de pentobarbital. Los funcionarios del Departamento de Justicia Criminal de Texas se negaron a identificar la fuente del poderoso sedante, alegando que se necesita mantener el secreto para proteger al proveedor de la droga de las amenazas de violencia de los opositores a la pena capital.
Desde ese entonces, Texas y otros estados que tienen la pena de muerte han estado luchando por obtener medicamentos sustitutos o nuevas fuentes de medicamentos para inyecciones letales, después de que los principales fabricantes de medicamentos, muchos con sede en Europa y que se oponen a la pena de muerte, dejaran de vender a las prisiones y los departamentos penitenciarios.
En 1997 Hernández-Llanas fue el sexto preso ejecutado en Texas en solo ese año, el estado con más penas de muerte de todo Estados Unidos. Finalmente, el cuerpo Ramiro fue enterrado en su natal Nuevo Laredo.