Cada fin de semana, en Nuevo Laredo son derribados al menos dos arbotantes o postes de alguno de los servicios (luz, teléfono o televisión por cable), derivado de accidentes automovilísticos en los que en su mayoría los responsables huyen.
En la mayoría de los casos y de acuerdo con testigos, los conductores iban ebrios. El más reciente ocurrió el 20 de septiembre sobre el Bulevar Universidad, a la altura de la Universidad Tecnológica, donde un conductor impactó su camioneta contra un poste de alumbrado público, pero luego del golpe huyó, dejando el vehículo en abandono para no pagar los daños materiales causados al erario público.
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De igual manera, el 3 de agosto, en el kilómetro 2 de la Carretera Aeropuerto, frente a las instalaciones de la línea de transportes Egoba, el conductor de un Ford Mustang 2006 se salió de la vía para derribar un poste de concreto de la Comisión Federal de Electricidad, para después retirarse del lugar caminando ante la mirada de los testigos que observaron cómo abandonó la escena y el vehículo.
El 21 de agosto, en la calle González a la altura de Chac Mool en la colonia Guerreros del Sol, se repitió este escenario en el que un auto Nissan Altima 2006 fue abandonado, luego de derribar un poste de CFE y un transformador, dejando no sólo cuantiosos daños, dejando a la colonia sin servicio de electricidad.
VAN 76 DERRIBADOS
Desde enero a la fecha son al menos 76 postes los que han sido derribados en estas circunstancias, de acuerdo con estadísticas de la Dirección de Protección Civil y Bomberos, con costos que van desde los 25 mil pesos en el caso de los arbotantes, según estima la Secretaría de Servicios Públicos Primarios, hasta los 100 mil pesos o más cuando los postes -de concreto- de CFE quedan inservibles.
En este sentido, la Dirección de Tránsito y Vialidad atribuye gran parte de la problemática a que los conductores iban ebrios y a la proliferación de unidades “chocolate”, en los que la falta de registro en México hace imposible ubicar a los responsables de los accidentes cuando éstos huyen de la escena, incluso dejando la unidad abandonada, pues los onerosos costos de la infraestructura pública dañada con frecuencia exceden el valor del vehículo, por lo que optan por dejarlo en el lugar.