Con apenas el 11% de su capacidad de almacenaje en la presa Don Martín, las lanchas ya no navegan y los pescadores de Villa de Juárez, Coahuila han tenido que dedicarse a otros oficios.
“Me dedicaba a la pesca, pero con la reducción de la presa Don Martín ya no podemos pescar, los pescadores ya se fueron a otros trabajos, yo ahora ando en la albañilería, se vino la pesca para abajo de a tiro y ya no es posible vivir de eso”, señaló Arturo Tijerina Garza, quien solía ser pescador de la presa Don Martín.
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Para Tijerina, la pesca fue su modo de vida por al menos 30 de los 55 años de edad que ostenta, por lo que cambiar de oficio le fue difícil, pero necesario y por tiempo indefinido, pues la ausencia de precipitaciones mantiene a la presa ‘a secas’, a tal grado que grandes extensiones de terreno en los alrededores que solían estar cubiertas de agua y algunas isletas, ahora están expuestas como un área de tierra y piedras.
“Apenas con esfuerzo logro algunos kilos de pescado como el besugo, mojarra, bagre, carpa y uno que otro pintontle, después del trasvase a la Laguna de Salinillas para asegurar el agua para consumo humano el 15 y 16 de marzo, no se pudo obtener buena pesca, por el bajo nivel de la presa”, señaló.
Con un 11% de su capacidad total de almacenaje en las aguas de la presa, la variedad de peces se reduce a la carpa y al besugo, poniendo al límite a los 72 integrantes más los internos de la Sociedad de Pescadores Villa de Juárez S.C.
“De la pesca ya no sale y para poder solventar los gastos pues ya no se puede, esto va cada vez más abajo, más adelante no sé qué iremos a hacer”, manifestó el pescador durante su visita al municipio de Juárez, Coahuila.
Explicó que en las últimas fechas ha logrado con esfuerzo obtener dos o tres kilos de pescado y seis o siete de lonja y a veces ni eso, orillándolo como muchos a realizar otras actividades para obtener el ingreso diario. En los alrededores de la presa, la desolación en el terreno reseco hizo quedar lejos de la orilla a una lancha y es evidente y frecuente también la muerte de peces que han quedado varados en las charcas, que llaman la atención de las aves de rapiña, los botes abandonados de los pescadores quedan inoperantes frente a la presa, que se extingue al paso de los días.
“Ahorita saco cuando mucho para irla llevando y si acaso nos queda para gastos y te quedas con 100 o 200 pesos, pero ahorita ya andamos jalando en las obras, ya no puedo dedicarme a la pesca porque no sale”, concluyó.