A propósito de las fiestas del 12 de diciembre, hoy recordamos al Padre D, Alba, el sacerdote que durante varios años alegraba y coordinaba cada año las fiestas Guadalupanas al ser durante años el Párroco del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
El religioso era muy querido por la feligresía de su parroquia y hasta la fecha, muchos lo extrañan por la profunda huella que dejó entre sus seguidores.
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El querido Padre D. Alba
Muchos recuerdan las homilías del 12 de diciembre y el resto del año, por ser rápidas y concisas.
También debemos recordar que, como varios de los personajes célebres de nuestra ciudad, el religioso tenía fama de dar muy buenos consejos y una actitud alegre ante la vida y la bohemia.
Más de un neolaredense afirma haber conocido esa parte de la personalidad del presbítero, donde sin dejar de lado su oficio pastoral, asegura haberlo acompañado escuchando su palabra para reconfortar el espíritu al calor de algunas bebidas espirituosas.
Esta actitud fraternal generaba un acercamiento del pueblo a su iglesia. El templo de Guadalupe era uno de los centros ceremoniales con más concurrencia en la ciudad.
Además de ejercer como párroco en Nuevo Laredo, también estuvo oficiando en la ciudad de Río Bravo, donde su paso en esa Diócesis tampoco será olvidada.
Habitantes de Río Bravo comentaban que apenas unas semanas antes de su muerte, había estado con ellos en Río Bravo, en el aniversario de la fundación de la Iglesia San Martín de Porres.
La población entera lo despidió hasta la salida de Río Bravo, como presintiendo que esa sería la última vez que abrazarían y estrecharían su mano.
Desgraciadamente, el 7 de agosto del 2011 se conoció una trágica noticia que conmovió a los católicos de Nuevo Laredo, pues ese día se dio a conocer el fallecimiento de Arturo D. Alba.
La información de su muerte, tomó por sorpresa a la feligresía de su Parroquia. Su alegría y su entusiasmo a la vida se apagó, dejando tristeza entre sus seguidores.
Sufrieron su partida
Su despedida fue con una emotiva misa en su querido Santuario de la Virgen de Guadalupe, donde lo acompañaron en su viaje final.
El Padre D. Alba dejaba de existir en Nuevo Laredo, ese sábado de agosto por la noche, y con él se llevó a la tumba cientos de anécdotas que vivió en la frontera, que lo convirtieron en un mito urbano.