La llegada del invierno en temporada vacacional representa para muchos ciudadanos una oportunidad para resguardarse cómodamente en casa a ver películas y disfrutar de alimentos y bebidas calientes, sin embargo existe un segundo Nuevo Laredo, en la periferia, en la que el descenso de hasta 4 grados bajo cero será una dura experiencia.
José González y su familia, con quien vive en la segunda sección de la Colonia Transformación Social, al extremo poniente de la ciudad, vive en una de las mil 443 viviendas en calidad de pobreza extrema detectadas en Nuevo Laredo, con piso de tierra y carentes de servicios básicos, esto de acuerdo con el último censo realizado por el Inegi en el 2020, que señala también que cerca de 3 mil 369 hogares no cuentan con agua entubada y 4 mil 91 no tienen refrigerador.
“Esperamos el frente frío de nuevo y preparados al cien, pues no; tengo un solo cuarto de material y ahí nos vamos a refugiar mis cuatro hijos, mi esposa Cristina Martínez Medina y yo porque la casa es de madera, se filtra el agua y corre mucho aire por las orillas del techo y acá se siente más”, lamentó el padre de familia.
Los González Martínez temen la llegada de las tres noches consecutivas con temperaturas por debajo de los cero grados centígrados, pues recordaron la mala experiencia vivida el 15 de febrero del año pasado cuando el termómetro alcanzó lo 7 grados negativos, mientras pernoctaban a un costado del bulevar Colosio Norponiente.
“Nuestra casa es de madera, pero tiene muchas filtraciones de humedad, en el techo pusimos impermeabilizante y disminuyó algo, pero eso les hace daño a los niños y los enferma, tengo un niño chiquito; José Arturo de dos añitos, Fabián de ocho, Clemente de 11 y Yashli de 12 años”, dijo la señora Cristina quien tiene su domicilio en en la calle Laredenses 210.
Cristina explicó que el clima económico ha sido difícil para su familia y la vida se ha encarecido, por lo que les ha resultado difícil reemplazar los materiales de su vivienda hecha de barrotes, tarimas de madera y tierra compactada, sin piso de cemento. Ajenos a las penurias económicas, los niños jugaban entre el lodo en el exterior de la modesta vivienda con su desgastado juguete, un auto de plástico descolorido.
Por su parte José señala que gana 2 mil 100 pesos, el salario mínimo, como guardia de seguridad en un parque industrial en el Fraccionamiento La Fe, estira el gasto para hacerlo rendir y mantener a la familia.