¡Colitas de puerco, colitas de puerco!, es el grito que se escucha por las calles de Nuevo Laredo y el norte de la República que, para quienes han tenido la oportunidad de probarlas, les provocará que la panza les haga ruido del antojo al apenas oírlo.
Desde que los españoles introdujeron el cerdo a estas tierras, los mexicanos le dieron un toque original a la preparación de platillos preparados a base de carne de puerco.
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Colitas de puerco, una delicia
Si bien, es cierto que freír el cerdo es un invento cien por ciento español, en México le pusieron otro sazón incrementando la variedad culinaria de esta carne.
Del cerdo prácticamente se utiliza todo, pero hay lugares en la República donde los sistemas de corte menosprecian ciertas partes de la carne de este animal.
Aquí es donde en el norte entraron al rescate culinario de las famosísimas colitas de puerco.
Hacia el centro y sur del país no es muy común encontrar este platillo delicioso, pero hacia el norte, las personas que se dedicaban a freír chicharrón empezaron a incluir a las colitas en los cazos hirvientes.
Al sacar las colitas del aceite hirviendo, previamente sazonadas y servidas directamente al plato, acompañadas de tortillas de maíz, salsa roja y limón, el comensal encontrará un sabor especial en cada mordida.
El crujir de la carne en cada mordida combinada con lo picosito de la salsa te llevarán a otro nivel de antojo.
Colitas en los estadios
En Mexicali, es una tradición de la afición beisbolera pedir un vaso de colitas preparadas y su respectiva cerveza, algo que disfrutan chicos y grandes, que hacen que cada vez que van al estadio vivan también una experiencia de sabor.
En el resto de la frontera las colitas son cocinadas de diferentes maneras; hay quienes las hierven en caldillo rojo con especias y hasta quienes optan por ponerlas directamente en el asador.
Como gustes prepararlas y en sus diferentes opciones, las colitas siempre tienen algo que te invita a vaciar el plato,
Sin duda, las colitas de puerco serán siempre disfrutables y apetecibles. Si tienes un amigo que por el nombre no quiere comerlas, invítalo a que lo haga y verás que lo unirás al club.