Trabajadores mexicanos que viven en la frontera que producen bienes para Estados Unidos los llevan al lado estadounidense para la aplicación de la vacuna-covid-19.
Las autoridades de ambos países esperan que con la vacunación masiva en la frontera del lado mexicano el programa ayude a reabrir la frontera a viajes no esenciales.
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Mientras en Estados Unidos los sitios de vacunación lucen solitarios los trabajadores mexicanos de las maquiladoras esperan su turno en el calendario de vacunación.
Desde hace días, trabajadores fronterizos, con visa o sin visa son invitados a subir a camiones para cruzar los puentes internacionales y recibir la vacuna Johnson & Johnson y regresar a seguir trabajando.
El objetivo de este programa, además de proteger a los trabajadores, incluye la recuperación de las economías estadounidense y mexicana, que se entrelazan muchjo en ambos lados de la frontera.
El programa de vacunación fronteriza intenta remediar el el desequilibrio para recibir las vacunas.
Los economistas han advertido que esta disparidad podría perjudicar a todos los países: a menos que los países privilegiados como Estados Unidos compartan su abundancia de vacunas para la COVID-19 con las naciones más pobres.
Trabajadores mexicanos que viven en la frontera cruzan por su vacuna
Joe Biden se comprometió a compartir 80 millones de dosis con los países que aún no disponían de dosis suficientes, incluyendo cuatro millones a México.
Em Estados Unidos existe un excedente de vacunas y el programa de vacunación transfronterizo está utilizándolo de manera oportuna para vacunar a los obreros y evitar la amenaza de estancamiento económico.
Si surge una nueva ola con muchos contagios provocaría un paro de actividades económicas que sometería a fuertes presiones a los sectores productivos.
De esta manera, funcionarios de ambos países han encontrado la manera de compartir las vacunas excedentes de Texas y California con los mexicanos del otro lado de la frontera.
“Estamos divididos por una línea virtual. Conseguir que se vacunen es la única forma de salir de la pandemia”.
El cierre prolongado por la pandemia, desde marzo del 2020, reforzó la convicción de que para vencer al coronavirus es necesario restablecer la normalidad social y económica, ambos países deben trabajar en equipo.
Cuando empezó la pandemia muchos países cerraron sus fronteras, naciones se apropiaron de mascarillas y ventiladores, las cadenas económicas de suministros se frenaron provocando una parálisis económica.
Para México y Estados Unidos, la cooperación es vital: el comercio entre los dos países ronda los 612 mil millones de dólares en anuales.
Las empresas estadounidenses fabrican bienes por miles de millones de dólares en México, donde las maquiladoras ensamblan cada año cientos de miles de automóviles y productos.
Carlos González Gutiérrez, cónsul general de México en San Diego, fue quien tuvo la idea de compartir las vacunas con los trabajadores del otro lado de la frontera.
Estudiantes universitarios y trabajadores indocumentados que trabajan en los campos de California eran vacunados fácilmente, mientras que México tenía dificultades para acelerar lo procesos de vacunación
Además, las dosis de Johnson & Johnson se acercaban a su fecha de caducidad en varios condados de la Unión Americana.
“Hay algo muy injusto en el hecho de que mi hija de 22 años pueda vacunarse aquí mientras que personas de mi país, de más de 60 años, tengan que esperar su turno en la fila”.
El cónsul mexicano se puso en contacto con funcionarios del condado de San Diego exponiéndoles su idea: ¿por qué no entregar las vacunas que están a punto de caducar a los miles de mexicanos que trabajan en las maquilas?
Funcionarios mexicanos y estadounidenses se pusieron de acuerdo para que el exceso de vacunas de San Diego, se vendieran a empresas estadounidenses con fábricas en México.
En mayo, el condado de San Diego, California, recibió permiso del gobierno federal para venderlas, y trabajó con el Departamento de Seguridad Nacional para permitir que trabajadores mexicanos sin visa cruzaran la frontera para recibir una vacuna.
El programa piloto empezó en mayo. Las empresas enviaron a sus empleados a la frontera, donde los trabajadores de la salud de la Universidad de San Diego administraron las vacunas.
Las empresas también se comprometieron a proporcionar vacunas a las familias de los trabajadores de primera línea del estado de Baja California, donde se encuentra Tijuana, y administraron 26 mil vacunas a principios de julio.
El éxito del programa piloto se prolongó a toda la frontera
Las autoridades del condado de Hidalgo, en Texas, anunciaron este mes que cientos de trabajadores serían llevados en autobús para vacunarse a Reynosa, donde residen unos 188 mil empleados trabajadores que fabrican productos para el mundo.
También, en El Paso, Texas, anunciaron el inicio de su propio programa, que pretende donar hasta 50 mil vacunas a los trabajadoresde Ciudad Juárez.
Funcionarios locales del gobierno mexicano y estadounidense confían que el programa de vacunación en las maquiladoras anime al gobierno de Estados Unidos a reabrir su frontera terrestre con México.
El cierre prolongado de la frontera perjudica de manera dura al comercio de la frontera, principalmente del lado estadounidense, que está al borde de la quiebra.
Su cierre perjudicó el flujo de compradores que solían cruzar a Estados Unidos.
Las familias de ambos lados de la frontera ya no cruzan para asistir a las bodas o los cumpleaños de sus parientes o amigos, o para reunirse los fines de semana.
Mientras que los mexicanos no pueden entrar en Estados Unidos para viajes no esenciales, los ciudadanos estadounidenses sí pueden viajar a México.
La vacunación de los trabajadores mexicanos que viven en la frontera enciende la esperanza del fin de las restricciones en los puente internacionales.