En menos de cuatro meses, los viveros de Nuevo Laredo han enfrentado dos severas crisis derivadas de fenómenos naturales que han arrasado con gran parte de su inventario, primero una fuerte onda gélida y ahora una fuerte tempestad, mala racha que les ha tocado vivir en este 2021, sin contar la pandemia que ha impactado al mundo.
Fue en febrero del presente año cuando diferentes viveros de la localidad sufrieron pérdidas de hasta el 95 por ciento de mercancía, derivado de una onda gélida.
Ahora, a poco más de tres meses, enfrentan pérdidas de hasta de 50 millones de pesos por plantas que se estropearon luego de las fuertes lluvias y rachas de viento que sucedieron el 17 de mayo.
“Ya hemos perdido la cuenta de lo que se nos echó a perder, el viento nos tumbó las carpas y nos voló parte de la mercancía; esta vez tuvimos pérdidas porque las estructuras cayeron encima de muchas plantas, otras por la cantidad de agua terminaron inundadas y quemadas por tanto líquido que acumularon y la exposición al sol con la temperatura del día siguiente”, explicó uno de los encargados de un vivero ubicado en esquina de Reforma y 15 de Septiembre.
El panorama, luego del vórtice polar del 15 de febrero, según lo señalado por los comerciantes pintaba con una recuperación buena, sin embargo esta vez se les presenta nuevamente un desafío por la tempestad, en la que para los afectados no queda más que seguir vendiendo lo que les ha quedado para poder invertir otra vez y recuperarse.
Son alrededor de cuatro propietarios que año tras año se establecen en Nuevo Laredo por un aproximado de cinco meses, sin embargo, la mala racha se vuelve a repetir, misma que los ha obligado a reducir sus gastos personales y priorizar en las ventas de mercancía que se pudieron salvar.
A pesar de lo ocurrido, esperan con optimismo levantarse nuevamente como ya lo han hecho anteriormente, pues así como los viveros de Nuevo Laredo, gran parte de la ciudadanía también se vio afectada con la caída de árboles, por lo que esperan poder ir recuperándose paulatinamente, con el optimismo de no pasar por otra crisis económica que los obligue a regresar a sus casas con las manos vacías.