La mañana del lunes 17 de mayo parecía indicar que sería una semana como cualquier otra, pero antes de que concluyera el día, a las 10:40 de la noche, todo cambió, la ciudad fue azotada por vientos de más de 150 kilómetros por hora, dejando a Nuevo Laredo devastado y a cientos de familias damnificadas.
A seis días del severo fenómeno, aún hay colonias sin luz ni agua tanto en el área conurbada como en la periferia, decenas de postes, semáforos, luminarias, anuncios espectaculares y viviendas dañadas que están justo como la tormenta los dejó aquella noche.
Por toda la ciudad se observan cuadrillas de CFE, telefonía y hasta particulares trabajando día y noche para restablecer los servicios y reparar los daños.
Gran parte de los ciudadanos de sectores cuyas atenciones llegaron después de días o que aún no reciben atención alguna de parte de las autoridades calificaron a estas últimas de negligentes, especialmente en el tema del servicio de agua potable, cuya escasez ha generado desesperación y reclamos en varios sectores de la ciudad.
A pesar de las vicisitudes, los neolaredenses mostraron su agradecimiento a los cuadrillas de CFE, Protección Civil y otros organismos, al brindarles alimentos y bebidas, además de que para llenar un vacío de las autoridades, cientos de ciudadanos tomaron en sus manos las maniobras de retiro de árboles y otras reparaciones.