Es feo, voraz, nunca para de comer y se ha convertido en un riesgo para las especies acuáticas de todo México. Ya llegó a la región de los dos Laredos y la Frontera Chica, y comenzó a diezmar las poblaciones de otros peces. No por nada le llaman Diablo, aunque su nombre original es pez Pleco.
El Hypostomus plecostomus -nombre científico- es otro ejemplo del abandono, de la irresponsabilidad humana, algo muy parecido a lo que pasa con otros animales, como los perros y los gatos: al crecer ya no son tan tiernos, son demasiado grandes y los lanzan a la calle… en este caso al agua de los ríos y presas.
El pez Diablo es común en los acuarios caseros, los amantes de los peces los adquieren como una alternativa “ecológica” para mantener limpias sus peceras, pues se comen todo, algas y hasta suciedad.
Sin embargo, el Diablo crece y crece mucho. Puede alcanzar los 60 centímetros, demasiado grande para una pecera y sus dueños deciden entonces echarlos. Los ríos, pequeñas presas y otros cuerpos de agua son su destino.
El Diablo es un pez muy capaz, se adapta con facilidad a cualquier entorno. De hecho, se ganó su mote por apoderarse del ecosistema de la presa El Infiernillo, en Michoacán y por su capacidad de destrozar las redes de los pescadores más que por su aspecto.
Originario de Sudamérica, especialmente Ecuador, en México no tiene depredadores, lo que permite que se multiplique con facilidad mientras diezma las poblaciones de peces como el bagre o el robalo.
Ernesto Velázquez, director de la escuela de Biología de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, advierte que el Diablo ya ha puesto en marcha la destrucción de especies acuáticas de todo México.
Recientemente, pescadores de las presas Venustiano Carranza -Don Martín- y La Falcón denunciaron que el Diablo se convirtió en una plaga, destruye rápidamente las poblaciones de otros peces y destruye sus redes.
El Diablo no tiene escamas, pero sí enormes espinas que usa para defenderse de los depredadores, con lo que destruye las redes de los pescadores. Además, al mantenerse en el fondo, arrastra las líneas de pescar y las enreda en rocas y ramas.
Hasta ahora, pescadores, ejidatarios y dueños de ranchos han denunciado la falta de atención hacia este problema.
La pregunta está en el aire: ¿Qué pasará cuando el infierno nos alcance?
¿Cómo luce el Diablo?
Hasta ahora se le conocen 35 variantes y con colores muy variados, pero casi todos son de cuerpo aplanado, con una característica boca en forma de ventosa con la que absorben algas, limpian vidrios y piedras de peceras y absorben todo a su paso.
Es omnívoro, pero con tendencia vegetariana, aunque no desprecia un gusano, pequeños camarones y vegetales.
Casi siempre lleva manchas, en algunos casos puntos y líneas atigradas, puede ser color bronce, naranja, negro, azul o grisáceo.
Prefiere la oscuridad y sus ojos se adaptan con facilidad. Es capaz de ver con muy poca luz y la noche es su reino.
Es territorial, no gusta de otros de su misma especie y regularmente no molesta a otros peces, aún si son pequeños.
Demonio vestido de ángel
El pez Diablo tiene suerte. Los humanos, que deberían ser su principal depredador en México, ante la ausencia de cocodrilos en la mayor parte del territorio mexicano, lo protegen en cierta forma.
El problema parece surgir de un detalle pequeño: pocos vendedores de peces advierten que crecerá hasta alcanzar 60 centímetros y, por supuesto, será demasiado grande para una pecera.
El carácter despreocupado del pez Diablo es otra característica que les ayuda a que su especie progrese. Una vez que llega a un lugar, una pecera a menudo, no se mete con otros peces y sólo se dedica a comer… hasta que la hembra deposita sus huevos, que es cuando se vuelve territorial.
Otra característica es que gusta de la oscuridad, así que durante el día parece un pez apacible, tranquilo, incapaz de hacer daño.
Pero por la noche, el Diablo es insaciable, no para de comer y los huevecillos de otras especies le parecen una buena cena, pero no los suyos, a esos los protege furiosamente y esa es la razón por la que es un peligro para otros.
Cuando los dueños de las peceras los ven demasiado agresivos o demasiado grandes, les dicen adiós en ríos, lagunas, presas y otros cuerpos de agua. El Diablo se adapta rápido a su nuevo hogar y se multiplica muy rápidamente.
Además, es resistente, demasiado; es capaz de soportar de 15 a 25 minutos fuera del agua y hay testimonios no documentados que han soportado hasta 45 minutos. Se sabe que son capaces de extraer oxígeno del aire gracias a adaptaciones en su estómago.
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Un mote bien ganado
Tiene muchos nombres: Pleco, Gato, Pez de boca suctora, Chupa-algas, Pez limpia-cristales, Limpia-peceras, Chupa-cristales, Chupa-vidrios, Chupa-piedras, Limpia-fondo, Limpiador y Limpia-vidrios, pero el mote de Diablo se lo ganó en México.
“¿Quién es capaz de sobrevivir en el Infierno? Pues el Diablo, y de ahí el nombre particular que le dieron”, explica Mundo Ernesto Velázquez, director de la escuela de Biología de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH).
Velázquez se refiere a la presa El Infiernillo, en Michoacán, en donde el Diablo se apoderó del ecosistema.
En ríos, lagos y presas del país el pez Diablo se comporta como tal, como no tiene depredadores naturales ha desplazado a especies nativas, lo que representa un serio riesgo no sólo para la ecología sino para la sobrevivencia de miles de pescadores, insiste.
En Chiapas, Michoacán y todo el sureste y centro de México, los especialistas aseguran que ya hay millones de ejemplares.
“Si no hacemos algo inmediatamente en cinco o 10 años se va a establecer y entonces va a ser muy difícil erradicarlo", afirma.
La alternativa de los mexicanos
Con el rápido crecimiento de la población del pez Diablo en los cuerpos de agua de México y ante la ausencia en casi todo el territorio de cocodrilos o caimanes, sólo existe una alternativa: comerlo.
En Sudamérica, especialmente en Ecuador, el Pleco, como es conocido allá, es apreciado por su sabor delicado. Además, es altamente nutritivo.
Sin embargo, su aspecto le ha servido para escapar de las cocinas mexicanas.
Curiosamente, los especialistas ven a la especie como una plaga, pero también como una alternativa a los problemas económicos y alimentarios de muchas personas.
“Algunos piensan aprovecharlo para hacer harina de pescado y alimentar ganado", explica el investigador Velázquez, mientras que otros han adaptado recetas del sur de América para cocinar pez Diablo con sabor mexicano.
Los pescadores de la laguna de Champayán y del río Tamesí en el municipio de Altamira, han logrado que se comercialice.
Alberto Marín Flores, presidente de la Asociación de Comerciantes de Pescados y Mariscos de Altamira, asegura que el Diablo tiene buen sabor, algo muy parecido al bagre -del que es pariente- y dado que se reproduce rápidamente su precio es reducido.
En el sur de Tamaulipas, progresa tanto, que los pescadores atrapan apenas 10 tilapias por unos 10 diablos.