La pandemia no fue suficiente para que Ricardo Hernández dejara de peregrinar descalzo, por séptimo año consecutivo, desde el Kilómetro 14 hasta el altar de la parroquia San Judas Tadeo, pues su devoción y su fe hacia el patrono de las causas difíciles superó el temor que hoy existe por el Covid-19.
“Soy demasiado apegado a San Judas Tadeo, es demasiada mi fe. Creo mucho en Dios y en San Judas, tanta es mi fe que me ha ayudado muchas veces. Después de estar en la misa con él, en mi casa hacemos su rosario, llevamos mariachi y danzantes”, dijo Rafa, mientras cargaba una figura de yeso de más de un metro del santo patrono.
En cada una de las misas que se oficiaron, sólo unos pocos pudieron ingresar, mientras otros encendían veladoras en una pequeña capilla en las afueras de la parroquia, haciendo sus peticiones y pequeños rezos, pues la fila de fieles creyentes cada vez era más extensa.
Los arreglos florales tampoco pudieron faltar o por lo menos una rosa como agradecimiento y devoción, ante las distintas peticiones que la sociedad hacia.
“Es una devoción muy grande por San Judas Tadeo, hay muchas familias que necesitan de él y es muy bonito ver cómo la gente se involucra en las fiestas patronales, ver que no se pierda la tradición a pesar de la pandemia, obvio cuidándonos todos con las medidas ya señaladas. Este año es el primero al que asisto y venimos a hacer una petición especial para mi hijo a quien este año le diagnosticaron leucemia”, expresó Ninfa Aquiles.
A Ninfa le tocó escuchar la misa desde las afueras de la iglesia, pues a pesar de las restricciones las familias se congregaron para escuchar con atención la eucaristía.
También, a pesar del Covid-19, aunque en mucho menor proporción, las familias se unieron a esta celebración.
LOS ANTOJITOS
Otro aspecto de las fiestas patronales de San Judas Tadeo es la gastronomía, pues a pesar de que se había anunciado que no se extenderían permisos para vendedores ambulantes, no faltaron los tradicionales tacos de carne asada, pan, buñuelos y churros, así como tamales y champurrado, este último por parte de la cocina de la parroquia.