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Emiliano Zapata a 100 años de su asesinato

El Atila del Sur participa en el movimiento revolucionario de 1910 a 1919 hasta su muerte por traición, el 10 de abril de 1919

Escrito en NUEVO LAREDO el

La injusticia social que observó en su niñez por los poderosos hacia los campesinos, marcó la vida del revolucionario Emiliano Zapata, el líder campesino que fue asesinado a traición en Chinameca, Morelos, el 10 de abril de 1919, hace 100 años, informó José Martínez Verdines, profesor e historiador.


Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de Agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, en el seno de una familia de campesinos, sus padres Cleofas Salazar y Gabriel Zapata y sus hermanos Celsa, Ramona, María de Jesús, María de la Luz, Jovita y Matilde, Pedro y Eufemio, que llegó al grado de General.


El Atila del Sur estaba predestinado para algo especial, llegó al mando del Ejército Libertador del Sur y participó en el movimiento revolucionario de 1910 a 1919 hasta su muerte.


Martínez Verdines, integrante de la Sociedad Histórica de Nuevo Laredo, comentó que han sido muchos los autores de libros y biógrafos del legendario revolucionario; sólo uno lo convence, el Maestro Jesús Sotelo Inclán, que en 1943 escribió el libro “Raíz y Razón de Zapata” Editorial Etnos.


“Desde niño siempre le metieron en la cabeza que Zapata era un bandido, asaltante, de lo peor, Sotelo creció con esa idea, porque el hermano de su abuelo que era guardia forestal en Xochimilco, lo mataron según los zapatistas, había un resentimiento de familia”, dijo.


En la casa de Sotelo Inclán no se hablaba de los zapatistas, cuando llega a la Universidad le toca como maestro de historia Antonio Díaz Sitigama, en la confrontación de alumno y maestro, éste le dice que sabe quién es Zapata.


“En ese entonces estaba otro maestro de ética en la universidad y éste le decía: ‘Nunca hay que juzgar sin investigar’. ¿Quieres juzgar? Investiga, indaga, pero nunca trates de hacerlo si no tienes las pruebas en las manos’, le dijo a su alumno”, comentó el profesor.


Detalló que Sotelo se da a la tarea de acudir a Villa de Ayala, que fue donde se reveló Zapata, y preguntó a los vecinos y personas, se dio cuenta que desde los niños y adultos veneraban a Zapata.


“Lo creían un Dios, porque él fue quien los defendió de los federales, defendió las tierras, continuó investigando y acudió a la tierra donde nació, a Anenecuilco; encontró puras veneraciones para Zapata”, indicó.
Había encontrado un personaje distinto al que creía, después de un año frecuente de visitas a la región, conoció a Francisco Franco Salazar, quien fue el secretario y hombre de confianza del Caudillo del Sur.


“Batalló para ganárselo, pero con cierto recelo y desconfianza, Salazar le dice: ‘Zapata para nosotros es lo mejor que ha tenido la región, fue el único que nos defendió’, además de que había conocido a sus padres, a doña Cleofas Salazar y Gabriel Zapata y le informa de su vida”, contó.


Destacó que el legendario revolucionario desde que nació ya traía algo muy especial, una especie de manita en el pecho y decían que tenía algo predestinado, desde niño se distinguió por su forma de ser.


“A los 8 años pierde a su padre, un pasaje que no olvidó es que en una ocasión lo ve llorando y el dice: ‘Papá por qué lloras’, y le dice: ‘Porque nos han quitado la tierra’, le responde su padre. ‘Y por qué no luchan contra ellos’, le dice Emiliano. ‘Porque ellos son poderosos y tienen armas’, le dice Gabriel Zapata. ‘Pues cuando yo sea grande haré que las devuelvan’, respondió Emiliano”, relató.


Les quitaban todo, huertas, tierras y animales, acuerdan los vecinos de Anenecuilco que ya es hora de que les renueven a los viejos que tenían el control de la comunidad, nombran presidente del comité de defensa de las tierras del lugar a Emiliano Zapata en 1909, tenía 30 años y entregan una caja de lámina llena de documentos.


“Franco, que era su secretario, se ponen a estudiar los documentos durante ocho días, unos estaban en náhuatl, buscaron al maestro para obtener la traducción, pero no sabía, hasta encontrar a un cura indígena de Tepozotlán, los traduce, aparece y analizan en el código mendocino, aparece el pueblo de Anenecuilco”, señaló Martínez Verdines.


Este documento data de la época prehispánica, aparece el pueblo de Anenecuilco que era un tributario y le pagaban a los aztecas, en 1559 se defiende con éxito del marquesado del Valle que comprendía Oaxaca, Guerrero, parte de Puebla, Estado de México y Morelos y ganan el pleito.


“Respetan la jurisdicción de Anenecuilco, en 1607 el virrey Luis de Velazco les concede la merced de las tierras y en 1864, Maximiliano de Habsurgo también; a principios de 1900 el poblado pide copias de sus títulos de propiedad ante el Archivo General de la Nación”, mencionó.


El abogado Francisco Serralde estipula por escrito que los títulos amparan “las 60 varas que se concedieron a los naturales de Anenecuilco por decreto y por ley”, les da la razón a ellos, al subir el Plan de San Luis el artículo tercero promete restituir a las comunidades las tierras usurpadas por hacendados.

El Caudillo del Sur sostiene pláticas con el maestro rural Pablo Torres Burgos para que se entrevistara con Francisco I. Madero en San Antonio, Texas, el resultado de la entrevista es tomar las armas, buscando las justas aspiraciones de los humildes.

José Martínez Verdines, integrante de la Sociedad Histórica de Nuevo Laredo.

El Atila del Sur nace el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, y fue asesinado el 10 de abril de 1919.

El revolucionario Emiliano Zapata Salazar estuvo al mando del Ejército Libertador del Sur.