La imposición de aranceles a productos provenientes de México y Canadá no constituye una solución efectiva para los problemas económicos de Estados Unidos. Por el contrario, esta medida podría desencadenar un incremento en la inflación, afectando las tasas de interés y generando un impacto negativo en la economía, advirtió el empresario Carlos Slim, presidente honorario y vitalicio de Grupo Carso.
Durante una conferencia de prensa, el magnate mexicano sostuvo que estas tarifas pueden ser una respuesta del exmandatario Donald Trump a las promesas de su campaña, considerando que solo dispone de un período de cuatro años para cumplir sus objetivos. Sin embargo, subrayó que esta estrategia no atacaría la raíz de los problemas estructurales del país.
Carlos Slim: 'Aranceles no funcionan'
"Si la solución son los aranceles, entonces no es una solución. Esto elevará la inflación en Estados Unidos, lo que a su vez mantendrá las tasas de interés elevadas y dificultará su reducción", expresó Slim. Agregó que Trump enfrenta retos complejos, entre ellos el alto consumo y el gasto excesivo tanto interno como externo del gobierno estadounidense.
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Slim sugirió una estrategia alternativa basada en la eficiencia del gasto público. Explicó que el gobierno estadounidense podría reducir ciertos gastos y canalizarlos hacia la inversión productiva, lo que contribuiría a fortalecer su economía.
Resaltó que mientras China destina más del 40% de su PIB a la inversión, Estados Unidos apenas alcanza el 21% en promedio durante los últimos 20 años.
Para el empresario, el verdadero desafío de Estados Unidos es mantener su liderazgo económico global sin recurrir a medidas proteccionistas. Considera que en lugar de aumentar aranceles, el país debería fomentar la inversión interna y la reubicación de empresas que han trasladado su producción al extranjero.
La solución para la economía estadounidense no son los aranceles, sino la reducción de costos y gastos, además del impulso a la inversión
Slim también destacó que el nearshoring presenta una gran oportunidad tanto para Estados Unidos como para México, ya que los costos de manufactura en el país latinoamericano son considerablemente más bajos que en China.