Para miles de personas trabajadoras en el sector formal, el Infonavit sigue siendo la vía más accesible para comprar una vivienda propia. La pregunta es inevitable: ¿realmente se puede adquirir una casa buena, bonita y barata a través de este crédito? La respuesta depende de dos factores clave: los puntos del trabajador y las características mínimas que debe cumplir el inmueble.
El primer paso es contar con al menos 1,080 puntos, integrados por información laboral, personal y del centro de trabajo, con eso, la persona puede ingresar a Mi Cuenta Infonavit y realizar su precalificación, donde sabrá el monto exacto que el Instituto está dispuesto a prestarle.
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Sin embargo, no basta con encontrar una casa atractiva y económica; el inmueble debe cumplir con ciertos criterios de ubicación y servicios para que sea elegible. La vivienda debe tener cercanía con primarias, centros de abasto, espacios recreativos y vías principales, además, debe ubicarse a no más de dos kilómetros y medio de secundarias y centros de salud.
El Instituto también exige tiempos razonables de traslado: máximo 30 minutos caminando, 20 minutos en bicicleta o 45 minutos en transporte público hacia escuelas, centros de trabajo y zonas de interés, a esto se suman servicios básicos obligatorios: agua, luz, drenaje y una zona con infraestructura de transporte.
Entre los beneficios del crédito Infonavit destacan sus tasas de interés, que van del 3.76% al 10.45% según los ingresos del trabajador; la posibilidad de elegir el plazo de pago (de 1 a 30 años); la ausencia de enganche gracias a la Subcuenta de Vivienda; la opción de autorizar o no la revisión del Buró de Crédito; y la eliminación de comisiones, cuotas administrativas y gastos de operación.
Con estos elementos sobre la mesa, el acceso a una casa “buena, bonita y barata” sí es posible, siempre que el trabajador cumpla con los puntos necesarios y elija una vivienda que cumpla las condiciones que exige el Instituto.
