El próximo 20 de diciembre podría convertirse en una fecha crítica para cientos de empresas en México; no se trata de un paro ni de una protesta visible, sino de una renuncia masiva que se gesta en silencio, impulsada por el agotamiento extremo, salarios que ya no alcanzan y jornadas laborales que consumen la vida personal.
Lejos de ser una decisión impulsiva, el fenómeno responde a una estrategia cada vez más común entre los trabajadores: esperar el pago del aguinaldo y, una vez recibido, abandonar empleos que consideran insostenibles, pues, de acuerdo con datos del Instituto del Propósito y Bienestar Integral (IPBI) del Tecmilenio, 76% de los colaboradores ya prepara su salida de forma discreta, calculando el momento exacto para dar el paso.
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El informe advierte que lo que viene es un eventual éxodo laboral alimentado por desgaste crónico, estrés constante y la percepción de que el esfuerzo ya no se ve reflejado en bienestar ni estabilidad económica, para miles de personas, diciembre dejó de ser únicamente una temporada festiva y se ha convertido en un punto de quiebre personal y laboral.
El IPBI subraya que el último día para el pago del aguinaldo se ha transformado, para muchos, en una fecha de supervivencia, después de ese día, simplemente no regresan al trabajo.
Diciembre, mes de renuncias masivas
En su análisis titulado El desgaste laboral ocasiona más renuncias en diciembre, el Instituto señala que este patrón no es una coincidencia estacional, sino el cierre de un ciclo de desgaste prolongado, agravado por liderazgos que no priorizan la creación de espacios laborales sanos.
El estudio describe este fenómeno como una “hipermovilidad laboral”, en la que cambiar de empleo deja de ser una ambición profesional para convertirse en una estrategia de autocuidado y recuperación de la salud mental. Más que una crisis de compromiso del trabajador, el diagnóstico apunta a una ruptura en la lealtad de las empresas hacia su gente.
