No se encuentran historias como la de Tristen Ikaika todos los días. Tal vez muchos tienen algún pasatiempo que les gusta desde pequeños, y al crecer, pueden convertirlo en una fuente de ingresos y hacer de él su modo de vida.
Pero nadie pensaría en tomar objetos valiosos de sus padres con la intención de ganar dinero, excepto quizás en situaciones extremas. A continuación, la historia de vida de este joven que ahora acumula una gran fortuna.
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El empresario de Shark Tank, Tristen Ikaika, recién graduado de la escuela secundaria, inadvertidamente fundó su primera empresa, que ahora es un próspero negocio de joyería valorado en más de US$ 1,6 millones. Este logro es extraordinario para un joven de 19 años.
Todo comenzó cuando un conocido le sugirió crear una página de Instagram (@TristenIkaika) para promocionar su negocio. Decidió enfocarse en agregar valor a todo lo que emprendía.
Con alrededor de 20 mil seguidores, vio el potencial de transformar las cucharas de 25 centavos que tomaba de la cocina de sus padres en un negocio rentable. Pronto descubrió que podía generar US$ 4.000 con solo un clic.
En pocos meses, su negocio no solo se convirtió en su ocupación principal, sino también en una marca lo suficientemente grande como para emplear a otros. Motivado por eventos personales significativos, como la operación de corazón de su padre y el diagnóstico de cáncer de mama de su madre, Ikaika redobló sus esfuerzos.
Durante dos años, viajó por el mundo recolectando cucharas y tenedores para transformarlos en anillos, aumentando aún más sus ganancias.
Con el crecimiento del negocio a miles de anillos mensuales, reinvertía las ganancias en fabricación (de artesanía a producción industrial) y marketing (enviando muestras a influencers en paquetes innovadores).
Su arduo trabajo y dedicación finalmente rindieron frutos cuando fue invitado al programa Shark Tank en 2016. Después de una presentación impresionante, negoció una inversión de US$ 250,000 por el 5% de su empresa. Tras una dura negociación, logró el trato con Kevin O'Leary, quien adquirió el 15% de su marca.
Así fue la vertiginosa ascensión al éxito de Tristen Ikaika, desde el ladrón de cucharas hasta convertirse en un millonario y figura prominente en el mundo empresarial.