Durante temporada de exámenes, los estudiantes de institutos y universidades están inmersos en la temporada de exámenes.
Aprovechando esta situación, numerosas empresas de alimentos funcionales y suplementos alimenticios lanzan una gran variedad de productos que aseguran mejorar la concentración.
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La mayoría de estos productos contienen ingredientes como fosfatidilserina, taurina, teanina, jalea real, ácidos grasos omega-3, minerales y vitaminas.
La fosfatidilserina es un fosfolípido presente en la capa interna de las membranas celulares, donde desempeña diversas funciones fisiológicas.
Aunque muchas empresas aseguran que la fosfatidilserina mejora los procesos cognitivos e incluso beneficia a los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha afirmado que no hay evidencia científica que respalde estas propiedades.
La taurina, otro ingrediente popular en estos suplementos es un ácido orgánico derivado del aminoácido cisteína que participa en la formación de la bilis. Se encuentra de forma natural en muchos alimentos y también se añade a bebidas energéticas y suplementos alimenticios.
La teanina, abundante en el té verde y que se descompone en glutamato y etilamina en el intestino delgado, tampoco ha demostrado mejorar la función cognitiva, reducir el estrés psicológico o mantener el sueño normal, según la EFSA.
¿hay algún ingrediente en los productos destinados al estudio que les permita legalmente publicitar propiedades relacionadas con el rendimiento intelectual? La respuesta es sí, pero estos ingredientes están presentes en cantidades mucho mayores en alimentos que consumimos habitualmente.
Existen preparados lácteos que afirman "contribuir al correcto aprendizaje de los niños" o al "desarrollo intelectual". Estas afirmaciones se basan en la presencia de 2.1 mg de hierro por cada 100 ml de producto lácteo. Sin embargo, 100 gramos de hígado de cerdo contienen 13 mg de hierro, más de seis veces la cantidad presente en estos preparados lácteos.
Otro ingrediente destacado en estos productos son los ácidos grasos omega-3. En los preparados lácteos destinados a mejorar el rendimiento intelectual, la concentración de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA) es de aproximadamente 42 mg.
¿Podemos encontrar esta cantidad de ácidos grasos omega-3 en nuestra dieta habitual? Absolutamente. 100 gramos de salmón proporcionan 5175 mg de EPA y DHA, lo que equivale a 123 veces la cantidad presente en una leche infantil "inteligente".
Un mineral común en muchos suplementos alimenticios consumidos por estudiantes universitarios es el fósforo, el cual se supone que ayuda a la memoria. Sin embargo, la cantidad presente en estos suplementos es insignificante en comparación con la cantidad que se encuentra en muchos alimentos.
Por ejemplo, una sardina de unos 70 gramos contiene aproximadamente 189 miligramos de fósforo, lo que es 90 veces más que la cantidad de fósforo en una cápsula de estos suplementos destinados a mejorar el estudio.
A pesar de las afirmaciones de muchas empresas que comercializan estos suplementos, la evidencia científica que respalda sus beneficios para mejorar el rendimiento académico es limitada.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha evaluado muchos de estos ingredientes y ha concluido que no hay suficientes pruebas que demuestren que mejoran la función cognitiva o el rendimiento académico.