La llegada de la primavera es un fenómeno que trae consigo no solo transformaciones en el clima, sino también reflexiones sobre el cosmos y su influencia en nuestras vidas.
Este 19 de marzo, a las 21:50 horas, marca el momento en que el Sol cruza el ecuador celeste, dando inicio al equinoccio de primavera, según explicaciones proporcionadas por el académico del Instituto de Astronomía de la UNAM, Daniel Flores Gutiérrez.
Hoy llega la primavera
El equinoccio, un término derivado del latín que significa "noche igual", refiere precisamente a este momento del año en que la duración del día y la noche son iguales.
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Además de ser un fenómeno de marcado interés astronómico, el equinoccio de primavera actúa como un umbral simbólico para muchas culturas alrededor del mundo.
La observación astronómica no solo nos permite maravillarnos ante la precisión de los movimientos celestes, sino que también juega un papel crucial en la verificación de teorías relacionadas con el movimiento del Sol, la Luna y los planetas.
Esta afirmación, respaldada por el editor del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional, resalta la importancia de comprender los fenómenos naturales a través de la ciencia y la observación meticulosa.
"Conocer los instantes en que se dan estos eventos astronómicos nos hace pensar en los logros del intelecto humano, surgidos de la observación y comprensión del cómo y el por qué acontecen los fenómenos de la naturaleza", recalca el especialista, subrayando la capacidad humana para desentrañar los misterios del cosmos.
Desfase
Aunque comúnmente se celebra el equinoccio de primavera el 21 de marzo, la realidad astronómica es más precisa y varía año tras año.
Este desfase se debe a la discrepancia entre el año calendárico (365 días) y el tiempo real que la Tierra toma en completar su órbita alrededor del Sol (aproximadamente 365 días y 6 horas). Por lo tanto, las fechas de los equinoccios pueden fluctuar dentro de un rango de días.
En un contexto mesoamericano, estas transiciones astronómicas también eran observadas con gran reverencia y precisión. Civilizaciones antiguas como la de Teotihuacan y Chichén-Itzá dejaron testimonio de su entendimiento del cosmos mediante la alineación de sus monumentos con los movimientos del Sol durante los equinoccios y solsticios.
En Teotihuacan, por ejemplo, desde la escalinata principal de la pirámide del Sol, se puede observar el amanecer del Sol en los días de equinoccio, mientras que en Chichén-Itzá, la famosa pirámide de El Castillo ofrece un espectáculo visual único con el descenso de la serpiente emplumada durante el atardecer en estos días de cambio estacional.
Así, mientras nos preparamos para dar la bienvenida a la primavera, este equinoccio nos invita a reflexionar sobre nuestra conexión con el universo y la importancia de comprender los ciclos que rigen nuestra existencia en este planeta llamado Tierra.