NUEVA YORK.- Genaro García Luna, quien un día fuera uno de los hombres más importantes de México, el encargado de dirigir la lucha contra el narcotráfico durante el gobierno de Felipe Calderón, fue declarado ayer culpable de todos los cargos por los que se le juzgaba, en Nueva York.
Culpable de conspiración para la distribución internacional de cocaína, conspiración para la distribución y posesión de cocaína, conspiración para importar cocaína, delincuencia organizada y dar declaraciones falsas en su solicitud de naturalización al declarar que no había cometido delito alguno.
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Nunca antes un exfuncionario mexicano de su perfil había sido llevado a juicio en Estados Unidos. Nunca antes un exfuncionario mexicano había sido condenado por narcotráfico y delincuencia organizada.
El veredicto del jurado, después de tres días de liberaciones y cuatro semanas de declaraciones, pone fin a un juicio que ha ilustrado con cientos de ejemplos las relaciones entre las autoridades y los criminales y el poder omnímodo de que estos gozan. La condena a García Luna, de 54 años, oscila entre los 20 años de prisión a cadena perpetua.
La sentencia está prevista para el 27 de junio. “Culpable”. Fue la palabra que el juez Brian Cogan leyó en cinco ocasiones después de que el jurado anunció que había llegado a una decisión unánime.
Los 12 ciudadanos estadounidenses elegidos para definir el destino de García Luna también afirmaron que la Fiscalía logró demostrar más allá de una duda razonable que el acusado colaboró durante más de 20 años con el Cártel de Sinaloa, desde que asumió como director de la Agencia Federal de Investigación (AFI) en el gobierno de Vicente Fox (2000-2006).
García Luna, antiguo arquitecto de la guerra contra el narcotráfico y hombre de confianza de Calderón, recibió el veredicto visiblemente nervioso. Al final, antes de retirarse de la sala, miró a sus dos hijos y a su esposa, Cristina Pereyra, y asintió con la cabeza, resignado. García Luna no estuvo más de 20 minutos frente al juez. Nunca se le vio más angustiado durante el juicio.
Entró 20 minutos antes de las 3:00 de la tarde y mandó besos a su familia como hacía antes de cada audiencia. Esta vez, sin embargo, el ritual fue mucho más corto. El exsecretario se enfrentaba a su destino.
El jurado entró cinco minutos más tarde, después que el juez preguntara a las partes si había alguna razón para que no se emitiera el fallo. La llegada del veredicto no estuvo exenta de suspenso ni de dramatismo en la recta final. Un par de minutos después que se anunciara que el jurado había alcanzado un acuerdo, los integrantes tuvieron que salir una vez más de la sala porque olvidaron marcar la casilla de “culpable” en el cargo de delincuencia organizada.
Los ciudadanos salieron para enmendar el error, pero todo estaba decidido al punto de la hora, al declararlo culpable.