CRÓNICA

Así vivieron mexicanos la marcha de AMLO del Ángel de la Independencia al Zócalo

Jóvenes y adultos mayores se unieron a la caravana que recorrió ayer las principales calles de la Ciudad de México y levantaron su voz para aplaudir al mandatario nacional

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CDMX.- La conmoción se siente desde mucho antes de llegar. El metro expulsa gente cargada con banderas y pancartas, las calles aledañas acogen columnas de manifestantes, se oye el redoblar de tambores y el chirriar desafinado de trompetas de plástico.

Todo el Paseo de la Reforma es una marea humana que avanza sin prisa pero sin pausa hacia el Zócalo.

Apenas se puede caminar por la Alameda, uno avanza con la inercia de la masa, pero es difícil abrirse camino.

A media mañana en el Zócalo no cabe ya ni un alma más. Para muchos de sus seguidores es una fiesta, una excusa para conmemorar a un Gobierno que ha puesto a los pobres en el centro del discurso.

El centro de la capital está a medio camino entre un desfile, un festival de música y una misa masiva. Hay parafernalia de Morena, el partido de López Obrador, en cada esquina. Banderas de imprenta, confeti con los colores de la agrupación, música, comida, petardos, globos.

Ha venido gente de todas partes del país, se ven autobuses aparcados que han llegado cargados de manifestantes desde Michoacán, Veracruz, Nuevo León, Sinaloa... Hay ambiente de fiesta y el ya clásico cántico “es un honor estar con Obrador”.

Un dron sobrevuela a la multitud a la altura de Bellas Artes y decenas de personas levantan las manos y le saludan. La tensión política de otras manifestaciones que han recorrido estas mismas calles ni está, ni se la espera.

María de la Luz Velázquez (72 años) ha acudido junto a su marido, Enrique Rangel (68 años), desde Tizayuca, Hidalgo. Se han levantado a las 3:00 de la mañana para poder llegar pronto a la cita. “Yo fui cocinera en un restaurante, trabajé varios años, tuve un negocio, lo quité por problemas económicos y siempre hemos estado marginados y pobres.

"Es mucho el cambio entre este Presidente y lo anterior; ahorita estamos en la gloria. Son cuatro años de logros para los mexicanos de la clase pobre, la clase marginada, la clase olvidada, ya que antes el beneficio era para unos pocos, sobre todo empresarios ”, dice ella.

María Victoria Peña (60 años) y Fabiola López (37) han venido desde Nezahualcóyotl, un municipio humilde del Estado de México. Ambas son profesoras en colegios públicos.

“El Presidente tiene un proyecto de nación que está dando frutos, que está haciendo revolución de conciencia para los jóvenes. Este día es de fiesta, se me enchina la piel de ver a todo el pueblo”, defiende Peña.

En un banco de la Alameda, José Antonio Palomares, de 61 años, descansa de la caminata y aprovecha para leer un libro que ha traído consigo desde Zitácuaro, Michoacán. Viste humilde pero elegante, con una americana envejecida, camisa y una corbata mexicana con los colores de la bandera.

Me cansé y siempre que hay tiempo aprovecho para leer un poco. He venido como agradecimiento a los cambios que ha habido y muchas cosas nuevas que se vienen. Para mí vamos empezando, ojalá y esto continúe en beneficio de nuestros hijos”.

Las columnas de manifestantes siguen avanzando a goteo hacia el Zócalo, aunque no todos podrán llegar a la gran plaza capitalina. Miles se quedarán en los alrededores, festejando. Unos cuantos ya han dado por imposible alcanzar el final del recorrido, y descansan tumbados en la Alameda como en un pícnic.

Por allí rondan Aitana (20 años), Víctor (18) y Axel (17). Es su primera marcha. Ella ha venido acompañando a sus abuelos, pero ellos bromean y se declaran “peje (un apodo popular de López Obrador) lovers de corazón”.

“Nos da becas, los Gobiernos pasados se chingaban el varo de todo eso, es bueno el Presidente”, señala Víctor.