En noviembre de 2019, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) anunció un hallazgo inédito: un par de trampas para mamuts con restos de al menos 14 ejemplares en Tultepec demostraron que contrario a lo que se creía, nuestros ancestros de hace 15 mil años tenían la capacidad para cazar mamuts de forma organizada.
Miles de mamuts bajo tierra
Como la mayoría de descubrimientos importantes, el de Tultepec (un hallazgo accidental en una excavación destinada a ser un relleno sanitario) trajo consigo una certeza, pero fincó nuevas sospechas. Entre ellas, la idea de que estas fosas no eran las únicas y por lo tanto, la posibilidad de que la zona noroeste de la Cuenca de México albergara en sus entrañas más restos de mamuts y otros animales del Pleistoceno.
Las sospechas se confirmaron casi inmediatamente cuando en diciembre de 2019, la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía, a 14 kilómetros de distancia de Tultepec desveló la presencia de al menos 60 restos de mamuts en el sitio.
Desde entonces, cada estimación ha superado a la anterior cuando se trata de calcular cuántos restos fósiles de mamuts se encuentran bajo tierra del predio donde se levanta el Aeropuerto de Santa Lucía.
A este ritmo, los expertos aseguran que este terreno se convertirá en el yacimiento de mamuts más grande del mundo. Los paleontólogos encargados de los trabajos de investigación paleontóloga calculan que los 8 mil 700 huesos encontrados hasta el momento alcanzarán una cifra de entre 20 y 25 mil restos óseos con al menos 10 mil años de antigüedad.
Se trata de uno de los descubrimientos paleontológicos más importantes de lo que va del siglo no sólo en México, sino en todo el mundo. El reporte más reciente asegura que los registros suman 200 mamuts, además de 25 camellos y cinco caballos que vivieron en esta región hace al menos 10 mil años.
A principios de junio de este año, el INAH anunció el inicio de estudios multidisciplinarios en el terreno para recuperar, organizar y resguardar los restos descubiertos en donde se construye el aeropuerto. El resultado de estos trabajos dará forma a un anteproyecto de museo de sitio, debido a la relevancia de los hallazgos.
A pesar de que tanto los trabajos de construcción del aeropuerto como los de protección y resguardo continúan de manera simultánea, algunos expertos consideran urgente que el gobierno mexicano expida una Declaratoria de Patrimonio Cultural, con el fin de garantizar la protección de los restos y el contexto paleontológico donde fueron hallados.
ASÍ ERA EL MAMUT QUE HABITÓ MÉXICO HACE 10 MIL AÑOS
El mamut que habitó México durante el Pleistoceno era muy distinto al que se viene a la mente al evocar esta especie: se trataba del mamut colombino (Mammuthus columbi), un elefántido con una altura promedio de 4 metros y 8 toneladas de peso.
A diferencia de los mamuts lanudos, el ejemplar más conocido en la cultura popular debido a su espeso pelaje, el mamut colombino se extendió por climas más cálidos, desde el norte del continente hasta Centroamérica en busca de pastizales y áreas abiertas.
Debido a la adaptación a estas condiciones, es muy probable que la piel del mamut colombino estuviera libre de pelaje y fuera más parecida a la de su pariente vivo más cercano, el elefante asiático que conocemos actualmente.
Según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, el territorio del mamut colombino en México “consistió principalmente de pastizales y zonas de matorral aunque comúnmente frecuentaba bosques de coníferas, bosques tropicales de hoja caduca y zonas con vegetación acuática”.
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En el caso del noroeste de la Cuenca de México (donde se encuentra Tultepec y Santa Lucía) se encontraba a orillas del lago Xaltocan, que a su vez formaba parte de un conjunto de cinco lagos en la región, una zona pantanosa donde hace 10 mil años, los mamuts no tenían otro depredador más que el hombre.