Llega a la entrevista en punto de las 10 de la mañana, saluda a sus abogados y se sienta frente a mí con ganas de hablar. Antes de que haga cualquier pregunta las hace ella: “¿Cómo viste lo de ayer?” Se refiere a la conferencia de prensa en la que anunció su demanda frente a la PGR y su regreso a México. “¿Lo hice bien?”. Todos los presentes opinan.
Prendo la grabadora y le pido que me cuente qué le ha pasado en los últimos tres años. La sonrisa se va. “Miedo” es la palabra que más repite en esos primeros minutos. “Mucho miedo”.
Cuando se hizo público que había visitado a Joaquín El Chapo Guzmán, entonces prófugo, su vida cambió para siempre. “Sé que siempre estaré asociada a eso, lo sé, no habrá periodista que no me pregunte sobre eso –me dice–, pero lo que me pasó en estos años es injusto, es una persecución que sé injusta.”
Me cuenta de lo público, los inventos, los rumores, las críticas, los insultos, las redes sociales. Lo gubernamental es lo peor, porque para Kate no hay duda de que todo lo demás lo causó la insólita persecución gubernamental que incluyó todas las filtraciones posibles. Las investigaciones, las auditorías.
Cuenta de la noche que, a las cuatro de la mañana, autoridades estadunidenses llegaron a su casa de Los Ángeles para entregarle un citatorio a petición del gobierno mexicano, de cómo no sabía qué hacer, a quién llamar, qué le sucedería.
“Eran como ocho personas, yo en calzones y una camiseta, llamando a mi abogado, a mi mejor amiga…” La interrumpo.
–¿Hoy entiendes por qué te pasó todo esto? –Pues por loca, por testaruda, por mensa, por no pensar las cosas, por no medir las consecuencias, obviamente nunca me imaginé. Sabía que iba a ser algo controversial cuando iba a salir el artículo, después de que ya habíamos hecho la visita, y Sean Penn me dijo que quería poner mi nombre.
Yo le dije: “Sí, pon mi nombre, de todas maneras van a saber”, pero nunca me imaginé que iba suceder todo lo que pasó, cómo iba a imaginar que iban a agarrar a El Chapo, que yo iba a hacer enojar tanto al gobierno, porque sí estuvieron muy enojados. –¿Entiendes la lógica de algún ciudadano que se pregunta por qué fuiste a verlo, por qué fuiste amable con él, por qué fuiste a ver a ese cabrón, a ese asesino, a ese delincuente? –Sí, claro, porque también soy ciudadana, también he sido golpeada por el crimen organizado, o sea todos, y entiendo perfecto.
Lo que pasa es que para mí sí son cosas como cuando Julio Scherer fue a ver a El Mayo Zambada, entiendo que no soy periodista, pero fui porque le quería presentar a unas personas, para que viera que íbamos a hacer el proyecto del que él me había dado los derechos a mí.
Eso me parecía oro puro para mi carrera, para hacer algo grande y poder hacer cosas. Siempre estoy buscando películas, historias y proyectos. –Estabas ahí solo por lo profesional... –Totalmente, y le puede gustar a la gente o no y entiendo, pero no fui para adularlo, nunca escribí nada adulando al señor, todo el mundo sabemos quién es.
Nada más que no era mi posición dar parte a las autoridades, dar parte de qué, ese es trabajo de ustedes señores (las autoridades) y no lo han encontrado porque no han querido, de entrada.
Pero ese no es mi trabajo, yo nada más fui pensando en mi carrera, en mi profesión y en poder hacer eso, nada más. –¿Cuánto miedo tuviste esa noche? –Pues no tanto como después. –¿En serio? –Te lo juro, por alguna razón me sentía protegida, además iba con otros tres hombres, sabía que este señor (El Chapo) había movido todo para verme y sabía que iba a haber mucha seguridad.
En el fondo sabía que no me iba a tocar por cómo me hablaba, por las cosas que me decía, por la admiración que me decía tener a mí y a mi familia, a mi papá (el actor Éric del Castillo). Soy testaruda, qué te puedo decir, soy loca porque soy, en ese sentido, aventurera.
El inventario de la persecución gubernamental es largo y pesado. La maquinaria de la justicia al servicio de un enojo.
Cuatro auditorías fiscales abiertas en 2016 por impuestos de 2010, de las serie La Reina del Sur, que Kate había pagado en EU, donde ya vivía. Una investigación que se negaron a cerrar por más de año y medio –hasta que un amparo los forzó a cerrarla– en la que nunca se le acusó de nada, pero querían traerla a México.
Intervenciones telefónicas, filtraciones desde el expediente, de fotografías, documentos y claro… sus chats con El Chapo. Los que publicó MILENIO.
–Has dicho que esos chats son falsos. –No. Nunca. He dicho que están editados. El problema no fue de ustedes (MILENIO), sino de quienes editaron esas conversaciones para hacerme ver como quien no fui.
Yo tengo esas conversaciones, hay muchas cosas que editaron, hay nombres, hay un montón de cosas que sacaron, que no les convenía y las editaron, es como editar una película.
Hay un montón de cosas, yo lo veía y decía: “¿Yo escribo así? ¿Cómo?” O sea, parece que hay ahí un flirteo (coqueteo), pero yo lo que hacía era convencerlo de hacer una película.
"No vas a hacer ninguna pendejada"
E insiste en que ella sabía que ya era vigilada y cómo no, si la cesión de derechos para la película se había hecho en un penal federal. Antes de la visita a Guzmán, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, le había mandado un mensaje por medio de una tercera persona: “Sabemos que tienes contacto con él, sabemos que te estás mandando mensajitos, y pues no vas a hacer ninguna pendejada”.
Explica la actriz: –O sea, como que querían que todo pasara por medio de ellos. Decían: “No planees nada –hablando de la película, de lo que yo quería hacer con él– sin que pase por mí, porque yo soy el encargado”.
Creo que porque él (Osorio Chong) era el encargado, también eso le enojó muchísimo al gobierno, a él, a Arely Gómez (entonces titular de la PGR), a todos. Hoy reclama una disculpa y una compensación.
“Porque ya el daño está hecho, ya mi imagen se va a ver para siempre afectada de alguna manera, me asocian con el crimen organizado.
Eso a mí me duele, porque no le ha pasado a nadie más, muchos actores se han ido a ver con prófugos, con criminales y no se les queda ese estigma; ahora a mí sí y por qué, por culpa del gobierno, porque me atacó y todo eso.
Yo quisiera seguir mi carrera como actriz y que me pregunten por mis proyectos y no ya de eso, que llegue un momento en el que eso ya se acabe y se concentren en mi carrera.
Sé que eso no va a suceder y lo tengo que asumir y tengo que hacer paz con eso también. –Dijiste en la conferencia que se ensañaron contigo por ser mujer… –Fui a ver al señor Guzmán con tres hombres, ahí estaban ellos tan tranquilos y a ellos nadie les hizo nada.
Si yo fuera hombre, no hubiera sucedido. –¿Lo crees? –Pero sin duda, el hombre hubiera ido a verlo y pasa, pero no lo hubieran atacado tanto.
¿Le hubieran inventado que está enamorado de El Chapo?
¿Que estaba embarazada? ¡Unos dijeron que hasta estaba embarazada de El Chapo! –¿Te dijeron que estabas embarazada de El Chapo? –¡Claro! En algún momento decían que estaba embarazada de él, que él se había operado, que se había puesto una bombita, no sé qué tantas cosas más decían… –¿Sí estás convencida de que fuiste la más vulnerable porque eras la única mujer en esa camioneta? –Pero sin duda.
¿Tú no crees? Una cosa es cierta: sobre los otros tres, Penn y sus socios, no hubo una sola averiguación. –¿Te han contactado de parte del Chapo después del escándalo? –Sí, yo tuve contacto en algún momento con uno de los abogados y me dijo: “Nada más queremos decirte que nosotros sabemos cómo fueron las cosas”, fue en la oficina de mi abogado.
El señor Guzmán ya estaba en Nueva York, me estaban insistiendo mucho que hablara con él y yo tenía mucho miedo. Le decía a mis abogados: “¿Qué le contesto? Tampoco quiero ignorarlos, porque me da miedo”.
En ese momento, yo ya sabía que este baboso (Sean Penn) era el que lo había puesto.
Entonces, le dije: “Yo no sé lo que ellos piensan, yo necesito saber que ellos están bien conmigo”. Así que lo hicimos desde la oficina de mis abogados y lo primero que me dijo fue: “Quiero decirte, Kate, gracias por haber recibido mi llamada y decirte de parte del señor Joaquín y de toda su familia que están muy apenados por todo lo que te sucedió, por todo lo que sigue sucediendo”.
Lloré con mi abogado, pero se me quitó un peso de encima.
En esa llamada, le ratificaron que ella sigue siendo la titular de los derechos para hacer una película sobre El Chapo.
–¿Algún día la vas a hacer? –Ya se me quitaron todas las ganas, la verdad… –¿De qué tienes ganas? –Me quiero meter a la cama entre mis papás, que uno me agarre del pie y la otra me agarre de la mano, que me hagan cosita y que me consientan. Te lo juro que eso es lo que quiero.
Bueno, y comer tacos, la noche del miércoles me comí siete, te lo juro. Me supieron a gloria, de verdad. Kate se acuerda de los tacos, de sus papás y vuelve a sonreír. Dice que ya no tiene miedo.