Una mujer que pasaba por afuera de la cárcel del condado de Webb fue salvada de morir por una sobredosis de droga, gracias a que alguaciles de Dallas y el custodio local Rubén Soria le aplicaron tres cartuchos de Narcan (naloxona), medicamento que contrarresta los efectos de las drogas opioides.
La fémina se desvaneció a las 5:30 de la mañana, hora en que llegaba el celador Soria a su turno de trabajo y escuchó los gritos de alguien pidiendo auxilio, corrió hacia la calle Victoria y vio a la fémina desmayada en el piso a su lado a su hijo, quien estaba muy alterado.
Dos policías del condado de Dallas habían arribado a la prisión regional para recoger a un interno que trasladarían hacia aquella ciudad, y rápido le aplicaron en las fosas nasales dos atomizadores de Narcan, pero la víctima seguía sin responder.
Rubén Soria ya había corrido al interior de la cárcel por más cartuchos de Narcan, regresando a los pocos instantes.
El carcelero aplicó uno más a la fémina, además de darle masajes en el esternón, lo que hizo volver en sí a la víctima, pues le regresó la respiración y algo de pulso; luego llegaron policías municipales de Laredo y paramédicos, que hicieron el resto, al trasladarla a un hospital local.
Gracias a los agentes de Dallas y al celador Soria, además de los gritos del hijo de la dama en problemas, este caso no terminó en muerte por intoxicación aguda de lo que se cree fueron opioides, que es el tipo de droga dura que combate el Narcan o naxolona.