Con una carta de odio, dolor y deseo de sufrimiento hasta su último aliento, escrita por Julián Saracho, padre del bebé del mismo nombre y padrastro de los menores Lesly Hernández y Pedro Cruz, así como esposo de Zaira Fuentes Reyes, leída en la sala de justicia ayer, Samuel Enrique López recibió dos sentencias de cárcel de por vida por el cuádruple asesinato.
El juez de Distrito de la Corte 406, Óscar J. Hale junior, le dictó la pena que lo mantendrá en prisión hasta que muera, así quedó estipulado, sin derecho a libertad de ningún tipo, tampoco a que el caso sea apelado o reabierto por cualquier motivo o argucia legal. López, quien a sus 20 años, a cuchilladas mató a tres miembros de una familia y luego asesinó al bebé asfixiándolo y tirándolo en un lote baldío, aceptó la condena.
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A las 6:43 la tarde del 13 de abril del año 2020, en la casa marcada con el número 4509 de la privada Vanessita, en la colonia Santa Fe, sucedieron los cuatro asesinatos, que estremecieron a la población local y áreas vecinas. Isidro Alanís, fiscal de Distrito del Condado de Webb, había solicitado pena de muerte mediante inyección letal, por tratarse de más de un homicidio y también por haber asesinado a un niño menor a 10 años; ambas son condiciones o causales de pena de muerte en Texas.
Pero no se dictó el castigo pena de muerte porque médicos psiquiatras y psicólogos, así como otros estudios profesionales y evidencias forenses, demostraron que Samuel López está mal de la cabeza (padece esquizofrenia y otros trastornos mentales). Antes de la matanza el tipo acudió a clínicas locales para atenderse en Mental Health and Mental Rehabilitation y a otros nosocomios privados y nunca fue atendido, argumentando que no había camas, ni quién lo atendiera gratis. La justicia criminal no garantiza estos tratamientos a quienes han sido detectados con problemas de este tipo y han sido detenidos por actos violentos, agresiones físicas u otras manifestaciones de cuidado.