La relación entre frutas y enfermedad renal es un asunto prioritario para pacientes con deterioro progresivo de la función renal.
En escenarios como insuficiencia crónica o terapias de reemplazo, incluida la hemodiálisis y la diálisis peritoneal, ciertos alimentos pueden elevar peligrosamente los niveles de minerales que los riñones ya no logran depurar. Por ello, nefrólogos enfatizan que el potasio representa el mayor riesgo, pues su acumulación puede generar alteraciones severas en el ritmo cardiaco.
Las frutas y los riñones
Desde esta perspectiva, especialistas recomiendan un control riguroso de frutas que, aunque populares, poseen concentraciones elevadas de potasio o retienen demasiado líquido.
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Ejemplos recurrentes incluyen el plátano, el kiwi y el aguacate, cuya presencia en la dieta diaria debería ser mínima o nula. De igual manera, cítricos jugosos, como la naranja o la mandarina, pueden elevar rápidamente los niveles séricos del mineral, mientras que melón, sandía y frutas deshidratadas concentran cantidades que superan los rangos seguros para quienes dependen de terapias renales.
En contraste, existen alternativas más seguras para quienes buscan mantener variedad sin poner en riesgo su estabilidad metabólica. Manzana, pera, arándanos, fresas, frambuesas, moras, uvas en pequeñas cantidades, piña, papaya moderada y duraznos pelados conforman una gama de opciones que aportan frescura sin una carga excesiva de potasio. Incluso el limón y la lima se han popularizado como aliados para aromatizar alimentos sin añadir minerales problemáticos.
Otro elemento clave es la técnica culinaria: pelar, retirar semillas y cocer la fruta en agua que después se desecha puede reducir el potasio hasta en un 70 %, lo que convierte a preparaciones como compotas caseras en alternativas más seguras.
Evaluación individual
También se recomienda limitar porciones incluso de los alimentos considerados “permitidos”, pues el exceso acumulativo puede desencadenar desbalances.
Los profesionales de la salud subrayan que ninguna recomendación sustituye la evaluación individual. Las necesidades cambian según el estadio renal, los niveles de potasio y fósforo y el tipo de diálisis. Por ello, la selección adecuada de frutas y enfermedad renal debe asentarse siempre en la guía directa del nefrólogo tratante.
