En la contienda presidencial de Estados Unidos en 2024, surgen dudas sobre los procedimientos a seguir si un candidato muriera o quedara incapacitado en plena campaña.
La inquietud no es nueva, pues en 1872 Horace Greeley, candidato presidencial demócrata, falleció tras el día de las elecciones y antes de que el Colegio Electoral emitiera sus votos. Aunque el resultado no fue afectado, el suceso reveló vacíos en el sistema, ya que los electores dividieron los votos de Greeley entre varios candidatos, y el Congreso no contabilizó los votos emitidos por él.
Cuando un candidato muere en campaña
Desde entonces, dos enmiendas constitucionales han abordado la sucesión presidencial, pero los escenarios específicos en caso de fallecimiento o incapacidad de un candidato aún dejan áreas grises. Ante recientes preocupaciones por la seguridad de los candidatos Donald Trump y Kamala Harris, muchos votantes se preguntan cómo se resolvería una posible vacante en la boleta electoral.
La respuesta depende del momento en que ocurra. Si la vacante se presenta durante las primarias, los partidos reconfigurarían sus candidaturas según las normas internas y los votos delegados.
Sin embargo, tras las convenciones de nominación, el reemplazo del candidato sería más complejo. Los demócratas y republicanos disponen de reglas internas para manejar estas situaciones: el Comité Nacional Demócrata podría llenar la vacante en consulta con gobernadores y líderes partidarios, mientras que el Comité Nacional Republicano podría convocar una nueva convención o elegir un nuevo candidato.
Si el candidato ya hubiera sido electo presidente, la Vigésima Enmienda dispone que el vicepresidente electo asuma el cargo. Aun así, existen aspectos imprecisos, como el momento exacto en que una persona se convierte en "presidente electo": si tras la reunión del Colegio Electoral en diciembre o después del conteo de votos en enero.
La historia muestra que estos incidentes pueden cambiar el curso de una elección, como sucedió en 1968 cuando el retiro de Lyndon B. Johnson y el asesinato de Robert F. Kennedy desataron una caótica carrera de reemplazo.