Es aproximadamente un mes desde que las tropas de occidentes, como la de Estados Unidos, salieran de Afganistán y la llegada del nuevo régimen talibán se hiciera presente. Ahora, los nuevos desafíos del gobierno incluyen el mantener la paz en su región y gobernar un país al borde del colapso económico.
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Desde fuera, el movimiento islamita pareciera un grupo homogéneo, unido en materias ideológicas y estretégicas para llevar a cabo cada enmienda en la nueva forma de gobernar a Afganistán. Sin embargo, y como en todo grupo, los talibanes tienen facciones, rivalidades y divisiones importantes.
Conflictos internos en el régimen talibán
Según algunos rumors circulando desde el lunes, un tiroteo entre facciones rivales se llevó a cabo en el palacio presidencial. En este intercambio de disparos se habría matado al viceprimer ministro Abdul Ghani Baradar, confundador del movimiento.
Por estas razones, se divulgó un audio aclarando la vida del mandatario.
Según Niamatullah Ibrahimi, experto en Afganistán de la Universidad La Trobe de Australia, estas acciones en el gobierno interino expusieron las tensiones políticas del grupo, buscando una propia supremacía dentro del nuevo orden.
Los principales cargos políticos se dividieron entre la vieja guardia talibana de Kandahar, pilar ideológico del grupo, y los Haqqanis, una red familiar vinculada a Al Qaida.
Anteriormente las victorias en los años 90 se adjudicaron al grupo Kandahar, sin embargo, muchos de los éxitos más recientes se le deben a los Haqqanis, quienes poseen la ayuda de los Interservicios de Inteligencia (ISI) de Pakistán.
"Realmente no podemos subestimar el poder de los Haqqani. Ellos han sido la parte militarmente más compleja del movimiento y mantienen relaciones importantes con Al Qaida y los ISI paquistaníes, pero también tienen su base de poder en Afganistán", , dijo Niamatullah Ibrahimi.
Problemas económicos
La designación en el poder de los Haqqanis también supuso una dificultad mayor para que países occidentales reconozcan al nuevo gobierno talibán. Este hecho incluso impide la liberación de las reservas del Banco Central de Afganistán congeladas en Estados Unidos.
Sin un reconocimiento internacional, los problemas de una "crisis económica" y una probable "crisis humanitaria" se ven cada día más presentes para el régimen talibán.
Las grietas marcadas hacen posible nuevas rivalidades con los vecinos de Afganistán, agravando más la situación.
Ibrahimi señaló a potencias regionales como Irán o Rusia, quienes podrían volver a financiar a otros grupos para defender sus intereses.
Sin duda la situación del nuevo régimen talibán en Afganistán se nota cada vez más difícil, desde dentro y desde fuera de la nación.
Jesús García