Sin duda hay proezas que jamás se habrían pensado en el ser humano, sobre todo cuando se trata de defender ideas y valores enraizados en la conciencia. Este es el caso de Amar, un hombre hindú que no ha bajado su brazo por más de 45 años gracias a su creencia religiosa.
Amar Bharati era un hombre común y corriente, trabajando en un banco para mantener a su esposa y tres hijos. En 1973, luego de una revelación, decidió abandonar todo para dedicar toda su vida a Shiva, una deidad de su país.
Para no dejar dudas sobre ahora su nueva ideología, y de alguna manera simbólica demostrarle respeto todos los días a su dios, Amar decidió levantar su brazo derecho al aire para no volver a bajarlo nunca más.
En una entrevista anterior con el sitio de noticias History of Yesterday, Bharati dijo estar haciendo esto buscando la paz mundial, con ayuda de su deidad y con su fuerte creencia ante la adversidad.
"No pido mucho. ¿Por qué estamos peleando con nuestros hijos entre nosotros? ¿Por qué hay tanto odio y enemistad entre nosotros? mundo entero para vivir en paz unos con otros ", indicó Amar Bharati al medio.
Los primeros años fueron una tortura para Bharati, quien sufrió dolores indescriptibles por tener tanto tiempo levantado su brazo. Luego de dos años en esa posición, la agonía comenzó a desaparecer para el religioso, quien perdió cualquier sensación en su brazo, producto del atrofio en este miembro.
Por el momento, Amar no tiene intenciones de bajar este brazo; incluso si quisiera hacerlo, tendría que someterse a una cirugía. Los años con el brazo en esta posición afectaron severamente la circulación y los nervios, reduciendo drásticamente la musculatura y causando su agarrotamiento permanente.
"Si tratas de bajar la mano de Bharati, le causarás un dolor real, no físico sino espiritual, porque él cree que su saludo eterno ciertamente promueve la paz mundial", explicó uno de sus conocidos.
Amar, el hombre que no ha bajado su brazo por más de 45 años, es una muestra de rectitud y entereza ante las creencias de cualquier persona en el mundo.
Jesús García