Marlon Mendoza es un niño que estudia en las calles de Filipinas mientras vende flores. Su situación económica lo obligó a trabajar desde muy joven para ayudar a su mamá con los gastos de su casa, sin embargo, esto no lo detiene de querer superarse.
El pequeño y su madre son habitantes de la ciudad de Quezon, Filipinas. Marlon es conocido en la zona por vender sampaguitas, flor típica del país, mientras estudia en las calles de la ciudad.
Mientras cuida también a su hermano de 9 años, se le puede ver a Marlon con su uniforme escolar, haciendo de vendedor con las personas en la urbe. Su sueño es terminar la carrera de contador, ya que las matemáticas son su materia favorita, además, así planea poder sacar adelante a toda su familia.
"Es muy importante para mí poder terminar mis estudios (…) Planeo ser contable, porque mamá me lo dijo”, expresó el pequeño al medio Pinoy Journ .
Cuando se le preguntó el por qué estaba trabajando solo en una calle tan concurrida, su respuesta fue tajante: lo hace para ayudar a su mamá y así aportar dinero a su casa. Según lo relatado al medio, toda la familia recorre la pasarela al sur de la ciudad Quezon, cerca de North Avenue, desde temprano mientras que el menor y su hermano lo hacen después de la escuela.
Algunas personas ayudan al joven Marlon económicamente aparte de comprar sus flores, incluso ofreciendo la cena para el día a día, pues entienden la situación por la que pasa el pequeño vendedor.
"No necesitamos comprar la cena con lo que ganamos, ya que algunas personas optan por darnos comida”, relató el menor.
En cuanto a la madre, se siente orgullosa de su hijo, a quien muchos le han señalado como un niño muy trabajador y responsable. Desde que su esposo entró a la cárcel, han visto en la venta de flores un sustento para toda la familia.
"Dicen que mi hijo es diligente. Eso es cierto, son buenos niños, solo que muy alborotadores”, expresó la madre.
Sin duda las ganas de superación de este niño vendedor de flores en Filipinas, se verán reflejadas en algún momento del futuro. Quien sabe, a lo mejor podrá ser un buen actuario al servicio público.
Jesús García