HISTORIAS

La casa de mezquite y huizache: una herencia que sigue de pie desde 1933

Doña María Elida heredó la casa que construyeron sus padres en el ejido Nuevo Anáhuac; aunque ha tratado de cuidarla, sigue de pie, pero en peligro de colapsar

Ésta es la casa que la señora María Elida heredó de sus padres.
Ésta es la casa que la señora María Elida heredó de sus padres.Créditos: Sandra Jasso
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El amor que le tiene a su casa es tan grande como el orgullo de haberla heredado de sus padres. El hogar de doña María Elida fue creado cuando se fundó el ejido Nuevo Anáhuac, allá por 1933, y sigue más firme que nunca a pesar del material del que está construida.

Es el último ejido del Distrito de Riego 04, una vivienda construida con troncos de mezquite y huizache que se niega a colapsar del todo. Un lugar al que María, de 75 años, y su hermana Ramona, de 73, le tienen un aprecio especial.

Foto: Sandra Jasso

"Ésta es la casa de mis padres María Demetria García y Felipe Briseño", dice la señora, "tengo toda una vida casi desde que se fundó el ejido Nuevo Anáhuac y sigue en pie".

María Elida Briseño García habita el Distrito de Riego 04 Don Martín Coahuila-Nuevo León.

La conservo porque la hizo mi padre, fue mi hogar, pero está cayendo de vieja, yo misma estoy enferma ya, pero ahí está muy cerca de mi casa.

Contó que desde temprana edad en su familia se incorporaron al trabajo rudo del campo, despajando, limpiando acequias y surcos en las hectáreas con un salario de 2 pesos.

Foto: Sandra Jasso

Además de las labores domésticas para moler el nixtamal, llegaba cansada a su casa con sus padres.

"Ellos llegaron antes de que se fundara el ejido", platicó con emoción, "cuando les dieron las labores, eran de aquí y dormían en una carreta porque no tenían casa y en ella se movían; una vida fue este lugar”.

La plática se dio con la compañía de su esposo Juan Ortegón Rodríguez, con quien está casada desde hace 60 años.

Foto: Sandra Jasso

La vivienda rústica de dos aguas tenía encima algunas láminas que el tiempo se ha encargado de volar y tumbar, devolviendo al campo lo que es suyo.

Sostenida en su interior por soportes del mismo material, la vivienda conserva una chimenea y el área donde se cocinaba con leña, algunos bancos de tarima con piso de tierra compactada. Pese a la simpleza servía para que sus habitantes se protegieran del sol, y la lluvia.

Yo misma estoy enferma, que no se caiga la casa, trabajé muy duro toda mi vida.

Foto: Sandra Jasso

En el exterior, los troncos fueron unidos con alambrón por su constructor, quien se dio la habilidad, dejando ver las uniones por donde se filtra la luz solar, un ejemplo típico de las construcciones de antaño de la región norestense.