El campamento gigante de migrantes en Matamoros, Tamaulipas se levantó en su totalidad tras la salida de las últimas 72 personas que lo habitaban desde el 2019.
El campamento había bajado de integrantes en los últimos días, después de que a cientos de solicitantes de asilo que vivían allí les permitieron cruzar la frontera para proseguir con su pedido migratorio para permanecer en Estados Unidos.
Campamento en Matamoros llegó a tener hasta 3 mil gentes
El campamento de Matamoros llegó a tener hasta 3 mil migrantes en espera de resolver su situación jurídica por parte de las autoridades de migración de EEUU,
Al terminar la "era Trump" Joe Biden revocó el programa conocido como Protocolos de Protección de Migrantes (MPP), que había obligado a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano.
La esposa de Biden, Jill, visitó el campamento durante la campaña presidencial del año pasado y pudo constatar las condiciones deprimentes en las que vivían los migrantes.
Hasta el viernes se había permitido entrar en Estados Unidos a unas 1,127 personas del programa MPP de México desde que Biden revirtió esa política. Más de la mitad procedía del campamento de Matamoros.
La administración Trump promocionó el programa MPP para reducir la inmigración y cortar lo que llamó solicitudes de asilo fraudulentas.
Desde 2019, la medida empujó a más de 65,000 migrantes a esperar en México a lo largo de toda la frontera, mientras sus casos de asilo se complicaban en los tribunales estadounidenses. La mayoría renunció a esperar y abandonó México.
Pero en Matamoros, las familias optaron por dormir en la plaza al pie del puente.
“Decimos ‘nos unimos’ y ahí empezó el campamento de Matamoros”, cuenta el asilado hondureño Josué Cornejo, quien fue devuelto a Matamoros junto con su esposa y sus hijos en agosto de 2019.
Los padres movían cartones para evitar que el calor que irradia del pavimento quemara la piel de sus hijos. Los hombres formaron una guardia.
Llegaron socorristas. También lo hicieron los grupos criminales de Matamoros, que repartían palizas y sustraían las donaciones, dicen los migrantes.
A medida que la población del campamento crecía, las tiendas de campaña se extendían desde la plaza hasta las orillas arboladas del Río Grande, donde los migrantes.
Los migrantes se resistieron a los intentos del gobierno federal por alojarlos en un refugio improvisado a kilómetros de la frontera.
Ya instalados los migrantes formaron grupos religiosos, tiendas de distribución de alimentos y cocinas con hornos de tierra hechos a mano,
Incluso, los solicitantes de asilo pusieron una escuela en una tienda de campaña en la que impartía clases de música, baile, inglés y español a docenas de niños cada día.
Hubo quinceañeras, romances y hasta una boda.
Consuelo Tomás, una indígena Q’anjob’al guatemalteca solicitante de asilo, dio a luz dentro del campamento y llamó a su recién nacida Andrea en honor a la abuela de la niña, quien murió años atrás tratando de cruzar el desierto para llegar a Estados Unidos.
El clima es extremo en la frontera y en el campamento tuvieron que soportar el calor de verano arriba de los 40º centígrado y el frío glacial de hace unas semanas. además de secuestros y violaciones de solicitantes.
Algunas madres, como la salvadoreña Sandra Andrade, que buscaba asilo, enviaron a sus hijos a cruzar solos la frontera de Estados Unidos de forma ilegal por temor a su seguridad.
El mes pasado, Biden dijo que permitirá a unos 25 migrantes poder entrar en Estados Unidos para seguir sus casos.
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Las autoridades mexicanas argumentaron que en su momento ofrecieron desplazar el campamento a un centro de atención a migrantes, como Tijuana y Ciudad Juárez, además de haber adaptado instalaciones sanitarias y recreativas, así como un comedor para atender a los migrantes.
Con información de Forbes