La cuenta regresiva para el lanzamiento de una de las películas de suspenso más esperada ha comenzado, el próximo 15 de septiembre la película se estrenará en cines.
En la primera película se contó la historia de un matrimonio que tras perder a su primogénito se decide a adoptar a un menor, al llegar al orfanato local se enamoran de Esther, una pequeña que parece ser quien ellos buscaban, a quien esperan darle una vida llena de amor y comodidades.
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En el desarrollo de la trama, la pareja se da cuenta de que su nueva hija no es lo que ellos esperaban, pues es en realidad una mujer de 33 años con graves trastornos mentales y una enfermedad llamada hipopituitarismo que la hacía lucir como una niña pequeña.
Ahora que se acerca el estreno de la secuela de esta historia, vuelven las especulaciones sobre el hecho que inspiró esta trama; el crimen provocado por Barbora Skrlová.
¿Basada en hechos reales?
La historia de Barbora Skrlová tuvo lugar en la República Checa, donde una mujer con apariencia juvenil, gracias a que estaba enferma de una enfermedad llamada hipopituitarismo, fingió por años ser una niña de 13 años.
Sobre sus antecedentes familiares se tiene nula información, solamente se tiene registro de que la mujer estaba recluida en un centro psiquiátrico debido a que sufría de fuertes episodios de esquizofrenia y rasgos psicopáticos.
Bárbara logró escapar de dicha institución de salud mental y para evitar que fuera atrapada nuevamente buscó personas sumisas y fáciles de engañar, fue así como entabló amistad con Klara y Katherina Mauerová, un par de hermanas que tenían a su cargo a dos menores más. Al ver la oportunidad, Bárbara fingiendo ser una adolescente de 13 años logró que la adoptaran.
Dentro del hogar de la familia Mauerová, Barbará influenció a sus integrantes para que se uniera a una secta y poco a poco logró persuadirlas para que las hermanas cambiaran su mentalidad y actuar, hasta lograr que torturaran a los niños a su cargo.
Los dos niños fueron expuestos a un sin número de torturas y malos tratos, fueron esclavizados y encerrados en una jaula con barrotes de metal en el sótano y previniendo que estos escaparan los monitoreaba con un sistema de vigilancia para bebés.
De manera milagrosa, tras años de tortura, en una ocasión el sistema de seguridad fue enlazado sin querer por unos vecinos del domicilio, quienes horrorizados por las imágenes captadas llamaron a la policía.
Las hermanas fueron capturadas y los niños fueron puestos a salvo; sin embargo, Bárbara escapó una vez más, esta ocasión viajó a Noruega donde fingió ser un varón de nombre Adam.
Barbará volvió a actuar con el mismo patrón, fue adoptada como Adam y cuidado por una nueva familia, quienes lo llevaron a la escuela, lugar donde no pudo ocultar su personalidad y al poco tiempo fue descubierta.
La mujer volvió a escapar, meses más tarde dieron con ella, la capturaron y deportaron a República Checa para cumplir con los múltiples delitos que cometió.