Este 15 de abril se cumplen 63 años del fallecimiento de Pedro Infante (en un accidente aéreo), quien hizo cantar, reír y llorar con su talento y carisma en sus interpretaciones en la Época de Oro del cine mexicano.
Nacido hace 102 años en Sinaloa, Pedro Infante es uno de los grandes símbolos de la cultura popular mexicana y es aclamado como el ídolo del pueblo.
A su muerte, a los 39 años, Pedro Infante se convirtió en leyenda, pues desde entonces su música y películas permanecen en el gusto de la sociedad mexicana.
El actor y cantante, quien ganó la aceptación del público por sus cualidades de persona humilde, sencilla, llena de valores y nobles sentimientos, no pensaba dedicarse a la actuación.
Sin embargo, su vida cambió en 1939, cuando Pedro apareció por primera ocasión en una película: “En un burro, tres baturros”, como extra; de ahí participó en 61 producciones.
Pedro Infante ganó el Ariel a Mejor Actor en 1956 por “La vida no vale nada” y el Oso de Plata a Mejor Actor en 1957 por “Tizoc: Amor indio”.
Además de su éxito cinematográfico, Pedro Infante destacó en el ámbito musical en géneros como bolero, ranchero, huapango, vals y hasta corridos.
Para recordar su gran talento en la pantalla grande y en la música, traemos cinco datos poco conocidos:
Fue un fanático de la aviación. Acumuló 2989 horas de vuelo como piloto. Estaba registrado con el nombre de rol de “Capitán Cruz”. Previo al accidente que le costó la vida, ya había tenido otros dos accidentes aéreos, el primero en Guasave, Sinaloa; el segundo desplome fue cerca de Zitácuaro, Michoacán, razón por la que tuvo que implantársele una placa de platino en parte del cráneo.
A la edad de 17 años, en Guamúchil, se convirtió en padre por primera vez, de la niña Guadalupe Infante López, debido al romance que sostenía con Guadalupe López, la que fue su primera novia formal.
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Ganó de manera post mortem el premio como Mejor Actor en el Festival de Cine de Berlín de 1957 por Tizoc (1957). Contaba Ismael Rodríguez que Pedro compitió contra 42 actores entre los que se encontraban Glenn Ford, Marlon Brando y Henry Fonda.
Cuenta la leyenda que se aprendía las canciones en 15 minutos, pulía su interpretación en otros 15 y grababa en 15 más.
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