El sábado 5 de julio, la pequeña localidad de Gondomar, en las afueras de Oporto (Portugal), fue escenario de una emotiva despedida que unió al mundo del fútbol en duelo.
Las ceremonias fúnebres de Diogo Jota, delantero del Liverpool y la selección de Portugal, y su hermano André Silva, jugador del Penafiel, conmovieron a cientos de personas entre familiares, amigos, aficionados y figuras del deporte.
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El adiós en Gondomar
Miles de personas se congregaron fuera de la Igreja Matriz de Gondomar para acompañar los ataúdes cubiertos de flores y coronas en forma de camisetas con sus dorsales el 20 de Jota y el 30 de André portadas por compañeros del Liverpool como Virgil van Dijk y Andy Robertson.
También asistieron destacados deportistas portugueses: Bruno Fernandes, Bernardo Silva, João Cancelo y Ruben Dias, así como el técnico Roberto Martínez y el presidente de la federación, Pedro Proença.
Cuando el fútbol se convierte en familia
El ambiente fue de profunda emoción: la esposa de Jota, Rute Cardoso, acompañó el féretro llorando; su padre apenas pudo contener el llanto; y el futbolista Rubén Neves, amigo de ambos, actuó como uno de los cargadores principales.
Afuera, cientos de lugareños siguieron la ceremonia a través de altavoces, demostrando que el impacto de esta tragedia trasciende al deporte.
Un legado que trasciende
La muerte de los hermanos, producto de un accidente en la A-52 en España al parecer por un reventón de neumático mientras iban en un Lamborghini, ha generado muestras de solidaridad mundial.
En Anfield, afición y club instalaron un memorial espontáneo. Incluso durante el Mundial de Clubes y en Wimbledon hubo momentos de silencio en su honor.
Liverpool FC anunció que pagará los dos años restantes de contrato de Jota a su familia y pensionará su dorsal 20 en señal de homenaje. Además, se levantaron banderas a media asta en el estadio y la federación lusa declaró luto oficial.
La noche del 3 de julio, el mundo del fútbol perdió dos vidas jóvenes y prometedoras en plena plenitud futbolística y emocional, especialmente tras el reciente matrimonio de Diogo. Su funeral demostró que, más allá del talento, dejaron un legado de unidad, pasión y fraternidad. Son dos hermanos que el deporte no olvidará.