Muy pocos conoces la historia detrás de Norma Enriqueta Basilio Sotelo, la primera mujer en la historia de las olimpiadas en llevar la antorcha al pebetero olímpico. Con la inauguración de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, es interesante recordar este episodio.
Corría el año 1968; a pesar de la situación política en el país, México inauguró el 12 de octubre los Juegos Olímpicos 1968 en su edición 29. Con un espectáculo a cargo de las fuerzas armadas y un discurso enalteciendo los valores deportivos de la justa se llevaron a cabo las competiciones.
Te podría interesar
La llama olímpica entró al Estadio Universitario en C.U. Entre alaridos y festejos se descubrió quién sería el último portador de la flama, proveniente de Grecia, se trataba de la atleta Enriqueta Basilio Sotelo, campeona de atletismo en carrera con vallas de 80 metros.
La elección de Enriqueta Basilio como portadora de la llama olímpica 1968
Enriqueta nos contó cómo se tomó la decisión de que fuera ella la mejor opción para encender el pebetero olímpico. Nadie la conocía, más que sus familiares y en los círculos deportivos.
A través de sus entrenamientos, el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos, decidió la actuación de la atleta en el el evento de inauguración de los Juegos Olímpicos México 1968.
"Estábamos entrenando las mujeres con Puzio, estábamos en series de 300 metros, entonces él le dijo al Doctor 'ya sé por qué me trajiste aquí', sí para que nos viera a las mujeres que teníamos posibilidad y dice: 'es Queta', y de ahí salió, pero yo no sabía nada”, narró Enriqueta Basilio.
Antes y durante los Juegos Olímpicos, una ola de tensión política se vivía fuera de las sedes deportivas. Queta, como le decían de cariño, no sabía lo que pasaba en el país; a todos los deportistas y la gente relacionada al evento se les negó la compra de periódicos, el uso de la televisión y de la radio, todo para no levantar preocupaciones.
"... no dejaban salir a los muchachos que venían de México, sí había el temor, pero pues éramos jóvenes y todos los jóvenes sabíamos que tenía que terminar eso porque era un compromiso de nosotros los jóvenes, nosotros éramos los representantes de los jóvenes...", afirmó la atleta.
Llegó el día de la inauguración y Queta se sentía sumamente presionada, nerviosa, cohibida por la responsabilidad que tenía a cargo. Corriendo hacía el pebetero, describió su andar como un sueño vívido, donde la energía de las personas en el estadio la impulsaba a seguir adelante.
"Pero no sentí yo que subía las escaleras, sentía como si la energía de todos los que estaban ahí me elevara, porque nunca se ve que piso los escalones, salto en el aire, como la paloma de la paz, así vuela”, describió Queta.
Lamentablemente, la comisión no le proporcionó un uniforme para tan importante evento. Relata que solo fue con la ropa de entrenamiento que usaba a diario para encender y dar inicio a los juegos en México 68.
Como curiosidad, Queta se quedó unos minutos arriba del pebetero, esperando a que alguien le trajera sus pants, pues le daba vergüenza bajar en el uniforme que traía a la vista de todos.
No fue sino hasta que un señor de la limpieza le ayudó, le prestó su overol, así pudo irse "de incógnito" y salir del estadio universitario.
Enriqueta Basilio murió en 2019, debido a las complicaciones con una neumonía que contrajo y la agudización del Parkinson que la atormentó los últimos días de su vida. Sin embargo, en ella queda el recuerdo de una gran mujer, la primera mujer que encendió el pebetero olímpico en la historia. Esperemos que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 nos dejen más historias memorables para México.
Jesús García