SUPERACIÓN

Martín Quiroz Pérez cambia su vida y se supera ayudando a los demás

Estaba vencido por el vicio, pero de pronto tuvo una transformación y se alejó de él; ahora invierte su tiempo en servir a los demás

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"Voy cada martes como un samaritano y ayudo a la iglesia Piedra Angular, Alcance Victoria, he sido transformado porque antes estaba vencido por el vicio, escuché la palabra y me gustó, mi vida ha cambiado y tengo ocho años rehabilitado, informó Martín Quiroz integrante de la iglesia cristiana.

En el marco de la conmemoración del día mundial sin alcohol el pasado 15 de noviembre, para Martín habitante de la colonia AltaVista a sus sesenta años es renacer sin beber, dedicarse a su templo y apoyarlos como el día del reparto de platillos por el Día de Acción de Gracias.

“Yo vengo y les echo la mano al templo a bajar las mesas y sillas cada semana cuando traen los alimentos a la plaza Insurgentes, yo empecé en el vicio de la tomada a los doce años, después me acerqué a la iglesia y recaía, y volvía, pero mi fe nunca terminó, a los 47 años ya no podía yo, estaba cansado de lo que era, pude y estoy agradecido”, afirmó emocionado. Por unos segundos se quedaba meditando y con la voz entrecortada dijo “quiero llegar a los cincuenta”, llamó a su esposa Ana Quiroz para que lo acompañara durante la entrevista.

“Empecé por escuchar los mensajes de amor en la palabra y poco a poco fui cambiando, ahora veo a otros que andan como yo anduve, cuando vienen y reciben la bendición de los alimentos, se emocionan, la comida es material, pero para mí mucho mejor es el alimento del alma”, manifestó.

Por su parte Ana que no vivió la experiencia dolorosa de su esposo Martín cuando tenía la adicción al alcoholismo, afirma que en su casa su madre fue alcohólica y sufrió mucho la familia.

“Tengo siete años como esposa de Martín y pienso que el Señor lo transforma y nos propone que le hablemos a otra persona, yo supe por su familia que era alcohólico, pero he pasado en mi familia porque yo lo viví, mi madre era alcohólica”, contó sensibilizada.

Recordó que su progenitora tenía 20 años con el problema y bebía que parecía un hombre, impotente Ana solo se limitaba a llorar lloraba y pedía para que se rehabilitara y dejara el vicio.

“Yo quería que mi madre cambiara y ella lo sentía, hoy en día ella lleva casi veintiún años sin tomar, ella no es cristiana ni es católica ni nada, le empecé a hablar del Señor y que la podía transformar y quitar de ese vicio y aquí está el milagro”, dijo satisfecha.

Añadió que tuvo algunos hermanos, vivió la violencia al convivir con ellos como todo alcohólico y uno de sus hermanos perdió la batalla.

“Uno de mis hermanos murió jovencito por el alcoholismo, hoy lo recuerdo y todavía me duele mi corazón, yo le hablaba y no quería aceptar, al contrario y maldijo al Señor, sólo dije ‘perdónalo’, y murió”, dijo llorosa.

Comentó que fue una pérdida lamentable la de su hermano por la adicción al alcohol y que si ella contara parte de su vida, ha estado vinculada a este problema en su familia que la ha marcado y pasado por muchos procesos.

“Ahora que estoy con Martín, estoy agradecida, mi vida ha cambiado como la de él y la de mi madre sin beber, rehabilitados ¿Cómo no estar agradecidos?”, finalizó.