Los asesinos seriales tienen algo que atraen a las masas. Su maldad pareciera que viene dada por las mismas fuerzas demoniacas y así quedó reflejado en esta familia criminal que cometió asesinatos en serie.
Fue en la zona de Kansas, esta familia se apellidaban Bender y tuvieron varios nombres una vez que fueron identificados como los causantes de más de una docena de desapariciones y muertes en su poblado.
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Eran los Bender para sus vecinos, pero una vez que se destapó todo lo que hacían con sus víctimas se les dio el nombre de "los sangrientos Bender" o "la familia sangrienta".
Fueron tres años de desapariciones y asesinatos poco aclarados durante los de 1870 a 1873, eran cuatro miembros de esta peculiar familia.
John el esposo, Elvira la esposa, Kate la hija menor y John Jr. el menor. Su área de trabajo y oportunidad era en Labette, Kansas. Tenían una pequeña vivienda con dos dormitorios y una tienda a un lado. Pero lo más macabro era lo que había bajo la casa.
Debajo de los cimientos existía un sótano en dónde dejaban caer los cuerpos de sus víctimas ya degolladas para acabar de sufrir durante varios segundos mientras se ahogaban en su propia sangre.
En ese mismo espacio los enterraban con unas tumbas improvisadas. El túnel por el que caían sus víctimas ya estaba podrido por la sangre y el olor a este líquido ya secado era insoportable pero ellos ya se habían acostumbrado.
En los asesinatos participaban todos, el papá le daba un golpe seco y portentoso por detrás al invitado, probablemente con un martillo y los hijos terminaban la labor cortando la garganta al próximo a morir.
Algo aún más macabro es que existe la teoría de que tal vez ellos ni siquiera hayan sido familia, más bien solo los unía este fin en común, el de matar a otros y verlos morir lentamente.
Cuando se empezaron a realizar las investigaciones, los pobladores trataron de culpar a los indígenas que vivían en la zona y se creó una pequeña confusión que fue hábilmente aprovechada por los Bender para escapar.
Un buen día juntaron sus maletas y abandonaron su casa para nunca más volver y nadie nunca más supo de ellos. Al ingresar a su casa, la policía encontró toda la evidencia; el sótano, las tumbas improvisadas, la sangre, la trampilla para los cadáveres.
Tal vez la facilidad de haber desaparecido fue que efectivamente no eran familia y pudieron separarse y cambiar sus identidades. Si cada uno siguió con sus sangrientos pasatiempos matando por sí solo, eso no lo sabemos aún.