Y la noche se volvió mágica, se volvió Polvo Enamorado.
La Sala Sergio Peña se llenó con las palabras para recordar al doctor Mauricio González de la Garza, en honor a los 100 años de su natalicio.
Asistieron amigos que lo conocieron, familiares y jóvenes que leyeron fragmentos de la obra literaria del escritor neolaredense.
Mauricio González de la Garza fue un escritor autor de 14 libros, miles de artículos publicados en los principales periódicos de México, y fue también compositor de la canción “Polvo enamorado”, que cantó José José.
Durante la celebración que se realizó el viernes, la soprano Cristina Catalina García Alvarado cantó “Rosas de Abril”, también escrita por Mauricio.
La soprano recordó que fue alumna del maestro Sergio Peña, quien fue amigo de Mauricio, con quien compuso varias canciones y el disco “Rosas de Abril”, interpretado en francés y español.
La señora Ninfa Deándar Martínez, recordó a su entrañable amigo, y rememoró poemas de Walt Whitman, que a Mauricio le gustaban.
“Era un hombre mágico. Cuando salía al patio, y me sentaba a ver al cielo, me decía: Ya veo que tienes la costumbre igual que yo de ver las estrellas… eres una de ellas.
“Mauricio nos dejó mucho, porque sabía amar”, dijo la señora Ninfa Deándar. Carlos Zúñiga, director del Archivo Histórico, destacó que el gobierno municipal organizó la velada en la que se presentó un video para recordar el centenario del natalicio de Mauricio. Acudieron la regidora Mariza Zárate y el secretario de Desarrollo Económico, Juan Angel Martínez Salazar.
HOMERO RECUERDA A MAURICIO
Entre los asistentes, como invitado especial estuvo Homero Juambelz González, sobrino del escritor.
“Mi nombre es Homero Juambelz y soy sobrino de Mauricio González de la Garza, hijo menor de su hermana mayor, de Graciela, Chela.
“Quisiera decir que escuchar las palabras de Ninfa Deándar tan cariñosas para con mi tío, me hizo recordar el profundo y puro cariño que mi tío y ella siempre tuvieron. También de dar las gracias a amistades de mi familia y mías que en cada ocasión que venimos a nuestra ciudad natal, a Nuevo Laredo, se comportan con un gran cariño y un invaluable apoyo para nosotros; ellos son Antonieta y Arthur Brewer, Lilly Barrera-Andrade, y por supuesto, a Elsa y Héctor Mireles.
“Hoy que recordamos cien años de su natalicio, también es necesario evocar su figura quijotesca para así comprender que el silencio nunca fue suyo. Asimismo, debemos traer a la memoria su sonrisa que fue una gran aliada comunicadora y que siempre expresó ternura, alegría y confianza; las gesticulaciones cálidas, plácidas y energéticas de su rostro y manos que lo convertían en una persona segura de sí misma, sus lentes de ver que eran parte de sus sentidos, la barba sinónimo de valentía, vanguardia e inconformismo y, por supuesto, su inteligencia capaz de resolver problemas, de pensar de manera abstracta, de comprender ideas complejas y aprender de la experiencia.
“Yo tenía preparado ciertos temas para compartir con ustedes esta noche, como por ejemplo lo sucedido días antes de su exilio en 1981 del cual fui testigo parcial un día antes de su partida, de la influencia que mi tío tuvo sobre mí o sobre cómo fue que a partir de la nada en 2010 decidí lanzarme a las librerías de viejo para lograr la compilación completa de las obras de mi tío y que hoy en día tiene el Archivo Histórico de Nuevo Laredo”, expresó Homero. Recordó una anécdota que muestra el gran corazón de Mauricio:
“En la UNAM en 1979 mi profesora de administración de primer semestre nos pidió que dijéramos en diez palabras una semblanza de nosotros mismos. Yo dije:
“Me llamo Homero Juambelz y soy de Nuevo Laredo, Tamaulipas.
“De Nuevo Laredo como Mauricio González de la Garza, ella aseveró.
“Es mi tío, agregué. Ella platicó una historia sobre mi tío; dirigiéndose al salón dijo que sus papás habían muerto y su abuelo se hizo cargo de ella y de la hermana; que el abuelo trabajaba en el área de servicios de limpieza en el mismo periódico en el que escribía mi tío. Que su abuelo se acercó a mi tío para decirle que necesitaba un préstamo y que mi tío le prestó más de lo que le pidió. “Meses después el abuelo fue a pagarle a mi tío y le dijo: ‘Don Mauricio, muchas gracias, el dinero me hizo mucho bien’.
“Y mi tío le respondió: ‘¡No, cómo se le ocurre pagarme! Préstaselo a alguien más y así el dinero seguirá haciendo el bien’. Aquellos dineros -dijo ella- en más de quince años de seguro ha hecho mucho bien a mucha gente gracias a don Mauricio. Y lloró”.
MAURICIO DESCANSA EN NUEVO LAREDO
“Mi tío murió por complicaciones del corazón el 2 de julio de 1996 en la Ciudad de México en el Hospital Ángeles del Pedregal mientras se le practicaba una biopsia.
“La noticia de su fallecimiento fue nacional. Se difundió casi en todos los canales de la radio y televisión; asimismo, en los periódicos. En su funeral estuvo presente Ernesto Zedillo Ponce de León, presidente de México en ese momento.
“Sus restos mortales están enterrados en el Panteón Jardín de Los Ángeles en su amado Nuevo Laredo al lado de sus papás. ¡Muchas gracias!”, relató Homero.
RINDEN HOMENAJE CON MÚSICA Y POESÍA
El destacado neolarendese Mauricio González de la Garza, fue honrado en el marco del centenario de su natalicio.
Este fin de semana, la Sala Sergio Peña de la Antigua Aduana de Nuevo Laredo fue el escenario ideal para la realización de un sentido homenaje al escritor, periodista, compositor y humanista.
En el evento se contó con la presencia de Homero Juambelz González, sobrino de Mauricio González de la Garza, quien compartió previamente datos, anécdotas, textos y fotografías del homenajeado, que fueron esenciales para preparar la semblanza biográfica.
Después de la bienvenida a las autoridades e invitados especiales, el programa inició con la proyección de la semblanza, para la cual se realizaron diversas entrevistas con amistades y colegas de homenajeado, así como una amplia investigación sobre su vida y obra.
Posteriormente se dio lectura a “Décimas a mi querido tío Wicho a cien años de su natalicio” de David Peña-Alfaro González, a cargo del Noel García, quien también fungió como maestro de ceremonias. El siguiente número del programa fue Christian Flores al piano, quien interpretó las piezas “Polvo enamorado” con partituras de Sergio Peña y “Sonata K545 en Do Mayor” de Motzart, primer movimiento. Vía remota el maestro Eloy Garza González, tuvo su intervención para compartir más sobre la obra literaria del tamaulipeco.
El homenaje continuó con una lectura de fragmentos de su primera novela “El río de la misericordia” en la voz de Arturo Veloz y Saúl Rodríguez; los fragmentos leídos fueron “Sobre viejas heridas”, “Los borregos como diversión” y “Sobre el chisme”.
La música fue una de las pasiones de Mauricio González de la Garza, muchos de sus poemas convertidos en canciones fueron interpretados por diversos cantantes.
Él mismo grabó en 1971 un disco con letras de su autoría y música de Sergio Peña. En la velada, el público escuchó el tema “Rosas de Abril”, canción interpretada por González de la Garza y que da título al disco. Acto seguido, se dio lectura a mensaje que Fernando Tovar, amigo personal de Mauricio González de la Garza, preparó para la ocasión.
En él, relata cómo conoció al homenajeado, por medio de la señora Ninfa Deándar Martínez, gran amiga de González de la Garza y quien estuvo presente, ocupando un lugar de honor en el evento. La velada continuó con la participación musical de la soprano Cristina Catalina García Alvarado, acompañada al piano por Miguel Ángel Gopar Chavarría, interpretando los temas “Rosas de abril” y “Polvo enamorado”.
Por Idalia Álvarez