El México violento de la etapa posterior a Revolución Mexicana inspiró a Juan Rulfo. Los cadáveres colgados en los postes que vio de niño durante el movimiento armado más sangriento de México siempre estuvo presente en sus libros.
Aguna vez, el diario uruguayo El País pidió a escritores y críticos que votaran por la mejor novela latinoamericana. El ganador, por un claro margen, fue Pedro Páramo de Juan Rulfo, el libro que Jorge Luis Borges calificó como una de las mejores obras de la literatura hispánica, o de cualquier literatura.
Te podría interesar
Juan Rulfo y su obra
Si el periódico hubiera pedido a sus votantes que eligieran la mejor colección de cuentos latinoamericanos, El Llano en Llamas, también de Rulfo, probablemente habría quedado en segundo lugar después de Borges.
Sorprendentemente, estos dos libros, publicados en 1953 y 1955, constituyen dos tercios de toda la bibliografía de Rulfo, a pesar de que vivió hasta 1986.
En la historia como Nos han dado la tierra, donde un grupo de campesinos camina penosamente por una llanura árida, cuatro páginas parecen convertirse en una gran extensión.
Estamos en el centro-occidental estado mexicano de Jalisco, lugar de nacimiento de Rulfo y territorio en el que se desarrollan todas sus ficciones sobrecogedoras y desoladoras.
Nació en 1917, y su padre y su tío murieron como consecuencia de la Guerra Cristera, en la que sacerdotes y católicos intentaron derrocar al gobierno oficialmente ateo que se formó después de la revolución mexicana (1910-1920).
Rulfo escribió sobre su infancia, parte de la cual la pasó en un orfanato, que a menudo veía cadáveres colgados de postes y que pasaba todo el tiempo leyendo, "porque no podías salir por miedo a que te dispararan".
Su trabajo, como era de esperar, se centra en la pobreza, la muerte y la violencia.
Además de situarse siempre en Jalisco, toda la ficción corta de Rulfo -escrita en las décadas de 1940 y 1950- está ambientada en el convulso período posrevolucionario de su infancia.
Fue una época en que el campo se vació a medida que los campesinos se dirigían a las ciudades, su migración como resultado de la anarquía, la reforma agraria fallida y la corrupción gubernamental.
Rulfo escribe en Paso del Norte
Bajaba la gente a los pueblos, la gente de los pueblos se iba a las ciudades. En las ciudades se perdía la gente, se disolvía en la gente
La cualidad embrujada de escenarios como el pueblo abandonado de Luvina, que se origina en su experiencia infantil de despoblación rural, los sitúa en una inquietante zona fronteriza entre la vida y la muerte, la realidad y el surrealismo.
Rulfo llevó esta técnica al extremo en su novela Pedro Páramo (1955), cuyo antecedente es quizás su gran relato, Luvina donde un anciano educado y agotado se sienta en una cantina, advirtiendo a un joven viajero sobre el pueblo al que se dirige.
Ahí comienza con una transición del mundo cotidiano a un plano más extraño, mientras se describe el duro paisaje que se extiende más allá de la cantina:
"Un arriero lleva al hombre y su familia a Luvina, luego cabalga, "como si estuviera huyendo de un lugar del diablo". Aunque el pueblo parece desierto, hay gente allí, pero solo ancianos y "mujeres abandonadas" que espían a los recién llegados. Los muertos, se nos dice, se pueden ver "pasando como sombras, pegados a las paredes de las casas, casi arrastrados por el viento".
¿Está maldito el pueblo? ¿Es el purgatorio? ¿El narrador de la historia, a medida que se emborracha más, está hablando metafóricamente o contando cuentos cuando dice que los muertos caminan por las calles, o que los niños nacidos allí se convierten instantáneamente en hombres y "desaparecen"? La historia presenta una serie de acertijos e interpretaciones potenciales, mientras que Rulfo, por lo general, no le da al lector pistas más allá del discurso del hombre y dos párrafos breves y discretos de narración en tercera persona.
Luvina es la última parada antes de que Rulfo cruce, definitivamente, de este mundo al otro. Pedro Páramo es como "un viaje a la muerte, pero no fuera de ella".
Si los cuentos de Rulfo son estructuras desnudas en las que hay que buscar el sentido, leer a Pedro Páramo es como buscar la llave de un edificio que se derrumba a tu alrededor.
Se puede leer el trabajo ligero, pero denso de Rulfo en un par de días, pero eso representa solo un primer paso hacia territorios que aún no se han cartografiado definitivamente. Su exploración es uno de los viajes más notables de la literatura.
Un siete de enero de 1986, Juan Rulfo dejó de existir en este mundo para incorporarse en algún pueblo polvoroso y tétrico de alguno de sus libros.